domingo, 25 de diciembre de 2016

Creo que he aprendido a esperar

Veo pasar a gente por el metro siendo consciente de que van una docena de personas que no conozco. Otra docena más en lo que llevo sentada en este anden.
Me imagino sus historias, sus aspiraciones, sus metas. Me pregunto si tendrán pareja o si les preocupa tenerla. El que tendremos en común, quien sabe, igual estoy sentada al lado de la persona que podría ser mi mejor amiga o incluso mi famosa media naranja.
El otro día me encontré un amigo en el metro y pensé "vaya que suerte haberle encontrado, eso si que es casualidad." Pero, ¿con cuánta gente me habré cruzado en el metro antes de llegar a conocerles sin darme cuenta? Obviamente no reconocería su cara porque no sabía que existían. En cambio, ahora que si están, los se ver. ¿Y si ahora mismo aquí sentada en el metro esto viendo a mi futuro marido y no me estoy dando cuenta? ¿Y si mientras escribo yo esto el me está mirando a mi y jamás lo sabré?
Entonces, en un mundo de opciones infinitas, ¿como voy a saber elegir a las personas correctas? ¿Estaré ocupando espacio en una persona que no es la adecuada para mí solo porque me niego a darle paso a la perfecta?
Sigo en este tren y las dudas no me dejan ver dónde tengo que bajarme. Se que debo decidirme a mirar. Y aquí hallo la clave. Elegir. Se trata de elegir. Estoy aquí, ya han pasado unas 50 personas que no conozco y que estoy eligiendo no conocer porque creo que ya conozco la adecuada. No sé si es romántico o un suicidio. Pero estoy bien, claro que estoy bien. Al fin y al cabo yo elegí que carrera estudiar, el seguir viviendo aquí, la ropa que llevo. He elegido todo y no me arrepiento, ¿por qué debería arrepentirme de la gente? 
Me hacen muy feliz. Se que me hacen muy feliz porque cada vez que estoy con ellos no siento que me falte nada y cuando les tengo lejos solo pienso en lo mucho que me gustaría poderles ver. Todo se resume en eso, en elegir personas y ser conscientes de que habrá otras que te ofrecerán más cosas, pero que yo, me quedo aquí. Y me quedo aquí porque no busco las personas más graciosas, ni las más listas, siempre habrá alguien "más" de lo que ya conoces. Me quedo porque se que cada persona es única en el mundo y las joyas que he ido acumulando durante los años son los "únicos" que han formado el maravilloso año que he hecho este 2016. 
Aquellos que me han dado risas. Que me han hecho reflexionar, superarme. Los que me han apoyado en los momentos más difíciles - que si, no han sido pocos - y los que me han apoyado con amor en los mejores - estos tampoco han sido pocos -. Los que me han aguantado en mis cambios de humor, de opinión, de ganas. Esos que a día de hoy me siguen demostrando que me quieren, porque en eso se resume, en personas que te quieren y te lo demuestran. Y tú a cambio también, eso está claro. Entonces, si, creo que voy a seguir escribiendo en el móvil sin preocuparme en todas las personas que me estoy perdiendo ahora mismo, cuando tengan que aparecer, aparecerán, lo sé. 
Y si, ha sonado la alarma que avisa que estoy en mi estación, mejor me bajo ya antes de que el tren se pase sin mi. Al fin y al cabo he sido yo la que he elegido subirme a este tren que me lleva al 2017. 

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Una mente ocupada no extraña a nadie

He nacido bajo el manto cultural que soporta un modelo de vida tradicional. Con esto me refiero a que se me inculcó desde muy pequeña que debía encontrar a aquel principe que le diera sentido a la mitad de mi vida. Aquel que soportará mis malos momentos y estuviera en todas las decisiones importantes, porque sola no tendría sentido, carecería de relevancia.
Y de verdad que siempre he creido en ello. He abierto el corazón y el alma a chicos que me hacían gracia buscando una conexión real para conseguir ese gran objetivo que se me marcó.
Cada vez que he fallado lo he considerado un fracaso mío, como suspender una asignatura de la universidad. Me he planteado cuales han sido mis errores, cuáles son los factores que consiguen que nadie diga "aquí me quedo para siempre" y he vivido torturándome para poder cambiar la persona que soy.
Pero ya no. Ya no puedo. Yo soy esta. Soy la chica que no sabe expresar lo que siente. Esa que está llena de amor pero no sabe sacarlo. La que le encanta el drama y cualquier cosa pequeña le fastidia el día entero. La que le da mil vueltas a todo pero intenta hacer que pasa porque tiene el cartel de "esto no me importa" pegado al corazón. Aquella que sufre en silencio pero sonríe en persona. La que exige a todos que crean en el amor mientras pierde cada vez más la esperanza en que haya alguien ahí fuera a su medida. La que se ha dado cuenta de que no necesita a nadie y eso hace más difícil que aguante a nadie. La que es consciente de que el físico no importa tanto al final del día, de que su pareja debe ser madura y quererse a sí misma porque es la única forma que puedan a querer a otra persona de la forma correcta. De que aún así sepa divertirse y ser un niño cuando la situación lo requiera, de que sepa apoyarte y puedas confiar en el y de que por supuesto, tenga algo cultural e intelectual que aportarte cada día. Pero que aún así, con todos los objetivos marcados y las personas correctas encontradas, no sabe lanzarse. 
No sé si mis acciones son las correctas. Probablemente no, pero no voy a preocuparme más en intentar dar una parte de mi que no existe por una persona que no es capaz de querer lo que tiene delante. Creo que el amor existe, si, pero no creo que sea lo que he estado buscando hasta ahora. No quiero algo que me consuma, algo difícil. Quiero algo que sea natural, que este día a día y sin darme cuenta siga ahí, tras 80 años, por elección propia, sin cadenas.
Se que le pido mucho al amor, siempre le pido mucho a la vida, pero es que yo no puedo seguirme conformando con hacerme daño. No puedo seguir pensando que soy "la chica que lo hace todo difícil" y creer que mis acciones llevan inevitablemente al desastre. Quiero alguien que ame mi desastre y lo viva como lo más natural y bello del mundo. 
Y con esto no quiero decir que no haya querido nunca. He querido mucho, he querido hasta casi rozar la locura. Pero siempre lo he sabido, no es lo mismo querer mucho que querer bien. Quiero querer bien, quiero alguien que me quiera bien. Y eso, cuando llegue, si es que llega, estará destinado a suceder. 
Mientras, voy a seguir recordándome lo que valgo, lo que soy, y lo muchísimo que ya soy por mi misma. 

martes, 8 de noviembre de 2016

El último incendio

Dicen que creces con los daños y no con los años. Que después de caer en la trampa del amor nunca vuelves a estar de una pieza. Que quien juega con fuego se arriesga a quemarse.
Dicen, dicen y dicen pero hasta que no te toca nunca te lo llegas a creer. Porque antes de las heridas de guerra tú solías decir "esto no me pasará a mi" o "yo jamás lo perdonaría" sin saber que estabas tentando a la suerte. Pero sucede, siempre sucede. ¿Que sería el amor sin dolor? ¿Que sería el dolor sin amor? Supongo que nunca lo sabremos.
Pero el problema no es este. O si, pero no nos damos cuenta. Simplemente avanzamos, volvemos a empezar bajo la promesa "esto no me va a pasar dos veces."
Y así construyes tu torre, tu muro dentro de tus ruinas. Dejas bien claro bajo capas de sarcasmo y frialdad que nada te afecta. Que si esa persona ha venido tendrá que jugar mucho hasta ganar el premio. Sabes que hubo un tiempo donde tú también te habrías lanzado de cabeza al premio grande, pero ya no estás preparado, ya no quieres estar preparado.
Por ello mediante el proceso le pones bombas, le tiras flechas, le haces la zancadilla, esperando a que se rinda, soñando con que siga luchando. Y es que dentro nuestra seguimos siendo esa persona inocente de corazón, con ganas de encontrar a alguien que le quiera tanto como sabe que puedes llegar a querer pero sabiendo que hay mucho miedo. ¿Quién será el valiente que atraviese tu jardín de espinas para adentrarse a tu corazón? ¿Valdrás tanto la pena para alguien?
Y es que ya no confías. No solo en esa persona, sino que en ti tampoco. Si antes te han fallado igual el problema era tuyo, igual es que no vales tanto la pena y que como dicen "aceptas el amor que crees merecer" y que has creido merecer más de lo que realmente existe.
Pero te ves a ti. Y recuerdas que es posible. Existe el amor real. Lo sabes porque tú lo has vivido. ¿Por que no podría haber ahí fuera alguien con tu mismo corazón inocente? ¿Por que hay que partir de la base de que todos quieren hacerte daño?
El problema es que estos dos pensamientos contrarios están continuamente en tu cabeza: el no saber si confiar en tu corazón y en el corazón de los demás o ser racional y saber que probablemente tú corazón sea lo último que quieran de ti.
En un mundo donde todo se mide por likes, por mensajes privados y por follows, quién puede seguir creyendo en el amor. ¿Es amor alguien que te da like a todas tus fotos pero también a todas las demás fotos de las chicas que encuentra por una zona cercana? ¿Es amor aquel que siempre te mira el InstaStory pero que también mira el de 50 chicas más? ¿Es amor aquel que te envía un mensaje privado pero que también se lo envía a otras 50?
He nacido en una época antigua, en la que, la mayor confesión de amor se hacía a la cara y donde la única red social eran las cartas de amor. Ese es mi tiempo, ahí me quiero quedar.
¿Pero como quedarte en un sitio cuando realmente ni siquiera sabes lo que quieres de la vida? ¿Como haces para cuadrar tu cabeza cuando ni siquiera eres capaz de cuadrarte en un texto?
No se lo que quiero. Nunca lo he sabido. Pero si espero que alguien quiera luchar por mi hasta el final y aclararme las dudas. Aquel que diga "esto va a ser difícil pero no me importa, yo por ti, lo hago."
Y así empezar el final de las películas juntos, sin rayadas, sin juegos, sin dudas.

lunes, 26 de septiembre de 2016

La huida de espejismos y horas de más

Encontrar a alguien que valga la pena es el trabajo más difícil del mundo.
La gente se pasa el día reclamándome que no paro quieta. Que siempre estoy abarcando mucho. Que no disfruto de la vida. Ilusos.
Para mí disfrutar de la vida es hacer cosas que se que me hacen feliz y que me llenan. Hablo de luchar por mis valores, de formarme como persona, de dar mi pequeño granito de arena en el mundo.
Que si, que los chicos está siendo un tema que dejo de lado pero, ¿y qué? No tengo tiempo que perder. No tengo ganas de malgastar mis horas en cosas que no valgan la pena. Estoy cansada de probar combinaciones múltiples con la esperanza de que el resultado sea distinto. Así no es como va, no al menos como me va.
Voy a seguir metiéndome en mil asociaciones, voluntariados, trabajos y carreras hasta que el cuerpo aguante, porque si. Porque al final del día me siento completa, me siento feliz.
Y porque todas esas cosas que hago sé que no serán un error del que me arrepienta como en la mayoría de los casos me pasa cuando conozco a alguien. 
Así que si, seguiré con mi locura. Seguiré siendo aquella que parece inaccesible. Aquella que nunca saca tiempo para nada. Porque es lo que quiero. No me apetece seguir esta farsa que llaman vida donde hay que sonreír a todos porque la sociedad dictamina que debo estar con nadie. Estaré con alguien cuando quiera estar con alguien. Le dedicare tiempo cuando considere que deba dedicarle tiempo. Querré cambiar cuando considere que tenga que plantearme las cosas de otro modo.
Mientras, sienta y espera lista, porque no, no vas a ser mi prioridad. 

lunes, 5 de septiembre de 2016

El primer día del resto de mi vida

Ya he comprado el billete. Ya lo tengo en mis manos. Ya es completamente oficial: me voy.
Suena fácil, parecía fácil, aún recuerdo cuando pedía delante de mis amigos en el Burguer King una plaza "por las risas". Y aquí estoy.
Yo, que siempre me he tachado de independiente. Aquella que no necesita a nadie ni nadie. Aquella que no retiene en la puerta a nadie quien no quiere estar. Aquella que sale corriendo por una ventana si ve que la están encerrando. Esa persona, ahora es la que está teniendo pánico de salir.
Me he dado cuenta de que jamás he salido realmente de mi zona de confort. He vivido en 3 ciudades a lo largo de mi vida. He tenido 3 veces que reconstruir mi vida desde el principio y he sobrevivido positivamente de ellas. Sin embargo, esta vez es distinto.
Llevo meses deseando escaparme de esta casa de locos. Esta casa donde hay gritos, dramas y mucha injusticia. Donde mi voz nunca se escucha y se me exige que sea una persona que muchas veces no puede ser. Pero al fin y al cabo, mi hogar. Es la primera vez que abandono a ellos, mis padres, mi ohana, para darme cuenta de que es el momento de empezar a entender que el hogar tiene que construirselo y mantenerlo uno mismo, a distancia.
Igual esto debería haberlo saberlo antes. Pero aquí está el problema de mi vida: me han sobreprotegido mucho. No he ido nunca a campamentos porque mis padres temian que fuera a pasármelo mal. No me he ido nunca a perfeccionar mi inglés fuera a una academia perdida por Irlanda o Inglaterra por miedo de parte de mis padres a que no me tratasen bien. Y así, un largo etcétera. He aprendido a conseguir siempre todo lo que quiero, pero desde ellos, desde el lado cómodo. Y ahora me toca vivir sola.
No os confundáis, soy la primera persona que ama desconectar, soy de aquellas que ama encerrarse en su cuarto, en su mundo, sin tecnologías, sin hablar con nadie. De vez en cuando necesito esos periodos de desconexión un poco raros. Y es que me pongo tanta presión con el exterior que a veces me echo de menos y son esos momentos sola los que consiguen volver a reencontrarme, a saber que sigo siendo la de siempre. 
Pero ahora, la de siempre, está planteándose cosas que antes jamás hacia. El cómo se paga una factura, él como y el qué se compra, en qué consiste cocinar o en cómo se pone una lavadora. Esas cosas que tanta gente de mi edad sabe desde hace años y yo desde mi burbuja nunca me molesté en preguntarme.
No me malinterpreteis, va a ser una gran aventura. Tengo muchas ganas. Ha llegado en el momento perfecto de mi vida esta sorpresa. Cuando más necesitaba desconectar, cuando más necesitaba dar un paso hacia delante en mi vida. ¿Qué si tengo miedo? Si, y mucho. Hoy, por primera vez, después de tanto planear mi futuro fuera de mi zona de confort he decidido salir de ella. Y sé que esta es solo el principio de todas las que están por venir. Y si, estoy preparada. Preparada para vivir, para experimentar, para probar un poco de realidad. 
Ha llegado mi momento, y quiero recordármelo a mí misma. A esta chica que tanto miedo tiene a hacer planes a largo plazo. A esta que lleva meses ignorando el hecho de que se va. A esta que hasta hoy no se ha dado cuenta de que "eh, es tu oportunidad, disfruta."

lunes, 8 de agosto de 2016

De mi yo de ahora a mi yo del pasado

Hoy después de muchos años me he reencontrado con dos viejos amigos. Cuando digo reencontrar no me refiero a tomar una cerveza y hablar sobre amores y trabajo, me refiero a ir más allá. A volver a conectar. A saber las inquietudes, los valores que mueven a cada uno. Y ha sido maravilloso.
Ha sido maravilloso porque han podido reconocerme. Digo reconocerme porque como ellos mismos me han dicho, no soy la misma que hace años, y gracias a Dios. Hablo de que han podido ver más allá de esa capa que reflejo al mundo donde todo es de color de rosa y nada me afecta. De que han conocido las pasiones que me mueven y el rumbo que llevo ahora en mi vida.
Esa es la clave: un rumbo. Yo, que hace años vivía en mi burbuja, donde todo era cómodo y fácil, logré salir de ella. Recuerdo que no sabía pensar en nada más allá de mi fin de semana o donde me casaré. Me tiraba más tiempo pensando en un príncipe azul que él lo que haría yo en un futuro. Solía pensar que tenía el futuro solucionado, total, mis padres siempre me iban a ayudar y acabaría entrando en alguna empresa gracias a mi padre. Solía pensar que eso era la vida. Jamás pensé que vivir es un verbo y eso significa que requiere acción, movimiento, sentido. 
Crecí pensando que mis valores, en aquellos en los que me movía eran los correctos y por lo tanto no debía pensar más allá. Las cosas eran como me las decían y darle más vueltas era una pérdida de tiempo. Y aún así, aún recuerdo que muchas veces sentía que no encajaba. Veía a otras personas como yo y no conseguía conectar con ellas. Sentía que no me aportaban nada, que les fallaba algo. Siempre solía juntarme con gente que era lo contrario a mí porque era donde me sentía a gusto, sin saber porqué.
Hoy de hecho me han recordado alguna de las cosas que solía "defender" y como ellos no solían enfadarse y me lo dejaban pasar, por ser yo, por saber que existía una inocencia y una ignorancia que no tenía mal fondo. Y es que, yo en el fondo era eso, una ingenua en un mundo de papel. Suelen decir que la ignorancia hace feliz a la gente. A mí me lo hacía mucho, todos los días me despertaba feliz en mi mundo perfecto donde todo era fácil, el único problema es que era feliz por todo y por nada a la vez. Estaba perdida en mi mundo ideal.
Finalmente, los años, la educación, el ímpetu, las ganas, hicieron que por fin encontrase mi camino. Solo era cuestión de juntar todas las piezas perdidas del puzzle y saber que lo que me faltaba era la base. 
Estos años, he ido construyendo esa base. Esa base es la que define mis ideales, mis valores, mi lucha, lo que soy yo. Es cierto que aún me queda muchísimo por aprender, y eso mismo me encanta. Adoro saber que mi base se sigue fortaleciendo día a día y que hay algo más allá de aquella chica simpática e inocente. Adoro saber que detrás de esa faceta de mundo ideal que aún conservo puede encontrarse un trasfondo, una persona de verdad. 
Y todo esto, sé que en parte es gracias a la gente que he ido conociendo durante estos años: los diferentes. Aquellos que se escapaban de mi prisma y me enseñaban nuevas cosas, aquellos que tenían paciencia porque sabían que había algo más, aquellos que se paraban a explicarme porque era importante tener un ideal: a todos ellos, a todos vosotros, gracias. Gracias por hacerme la persona que soy hoy, aquella de la que hoy en día, sin entrar en egocentrismos, se siente súper orgullosa de ser la persona que es. Y mucho más de los que tiene al lado. 


jueves, 4 de agosto de 2016

The best is yet yo come

Me he dado cuenta de que no se vivir un amor tranquilo. No se disfrutar del tonteo, de las montañas rusas, de las peleas insignificantes y el gran final feliz. Ahora que veo a mis amigas formalizar relaciones, algunas incluso casarse, ahora es cuando me doy cuenta del porqué nunca viví un final feliz.
Siempre he vivido todo con mucha intensidad. Nunca he sabido llevar una relación en paz, nací para autosabotearme, para culpar al destino de mis desencuentros y esperar a que por fin algo bueno me pasará sabiendo que no es más que culpa mía.
Desde hace años, empecé las relaciones de la forma menos correcta posible. Me enamoré perdidamente de una relación a distancia, donde apenas con 17 años me veía dispuesta a renunciar a todo, incluso a mí misma, con tal de estar con la otra persona. Me daba igual lo tóxica que fuera, lo sola que me fuera a dejar, lo aislada que me encontrará de cualquier otro ámbito de mi vida, el amor creía que me alimentaba. Lo cierto es que me comía.
Sufrí mucho, me cohibí mucho, pensaba que como decían "el amor tiene que ser como el de antes, el que aguanta todo." Y perdone cosas imperdonables, me hice a mí misma creer que solo los que verdaderamente aman perdonan. Como dicen "me fallé a mí misma por no fallarle a él."
Tarde años en olvidar y cicatrizar esas heridas. En el camino hice mucho daño, jugué a quedarme en sitios donde sabría que no me quedaría. Repetí las palabras que una vez fueron verdad a otra gente solo para hacerla feliz sabiendo que no eran ya reales. Regale muchos besos e incluso alguna promesa en falso.
Finalmente, como en cualquier historia que se precie, pasé página. Conseguí la chispa en mi vida otra vez. Ya me veía, a mí, mi vestido blanco, los hijos, la felicidad. Lo visualice tanto que me volví a perder. Fue intenso, inesperado, complicado. Creo que esa dificultad hacía que me atrayera tanto y finalmente acabé cayendo. 
Hubo momentos maravillosos. Incluso recuerdo algunos de película. Pero la cosa se fue complicando, o más bien, ya empezó complicada. Hasta que también llegó a su fin. 
Estuve meses preguntándome que pude hacer mal, porque cuando me fui no me quiso detener. Pensé que era culpable de algo pero no sabia recordar el qué. Después, tras mucho deje de culparme. No tenía la culpa, ni él ni yo. Las personas se desilusionan, se desenamoran, cambian. No fue cosa de nadie, sino de la vida. Me pase meses pensando que podría arreglarlo pero lo cierto es que lo nuestro estaba muerto desde mucho antes.
Pensé que podría reavivar el amor, que de verdad existía la resucitacion, el fuego que volviera a encenderse después de las cenizas, pero me di cuenta que las cenizas son eso, solo cenizas. Que había cariño, mucho cariño, y amor, pero no el de película.
Que fue duro, pero fue una decisión sabia, hacia mucho que te lloraba pidiéndote cambio, y eso, eso nunca debería pedirse. 
Y ahora me encuentro, otra vez en la casilla de salida. Otra vez repuesta y dispuesta a intentar algo. Pero no algo como lo vivido.
Quien llegue entrar en mi sabra todo mi historial pero sabra también que lo nuestro será distinto. Porque si. Porque ya me he cansado del drama, de las complicaciones. Los gritos, las peleas, los juegos, ya no me van. Quien aparezca será el único desde el primer momento, aquel a quien le contaré mis cosas cuando me surjan, aquel que sepa que se comunicarme, se escuchar y se estar. Y cuando digo estar me refiero a todo, no sólo a quedarme al lado. Hablo de jugarme al amor, como anteriormente pude hacerlo, pero mejor, con más amor y menos barreras. Hablo de lanzarme, de declararme antes si hace falta. He vivido demasiadas historias para saber que cada pequeño gesto puede cambiar el desenlace. Conseguiré mostrarme tal y como soy, sabiendo que hay muchas capas pero que con él no las necesito. Y lo haré porque sé que él será igual, será transparente, sin niveles de complicidad. Una vez me dijeron que el amor no te tiene que hacer sentir nervioso, te debe dar paz nada más verlo, y eso es justo lo que busco. 

domingo, 17 de julio de 2016

I want you to want me

Hoy me he puesto a escuchar música en la playa. Soy de esas que analizo cada canción. Aquella que se enamora de la letra antes que de la música. Por eso, siempre que escucho algo me pongo a pensar en ello. Soy algo rebuscada lo sé. La cuestión es que escuchando "I want you to want me" he pensado en "quiero que me quieras" y me he dado cuenta de que es lo mismo pero a la vez no. 
En ingles hay diferencia entre want y love. Sin embargo en español todo es querer. Como si fuera lo mismo. Como si tener un capricho fuera sinónimo de estar clavado en el corazón. Como si lo efímero pudiera ser eterno.
Yo querer quiero mucho. Y hablo del de capricho. De aquel que puede mencionarse en voz alta. De aquel que no da miedo. "Te quiero a ti, y ahora". No hay o no debería haber temor a decirlo. Si, hoy me he despertado y he pensado que me gustaría verte, hablar contigo. Puede ser que acabemos comiéndonos a besos y perdiendo trenes, y eso posiblemente también lo quiera.
Ahora, querer de amar, de decir, "te quiero hoy y mañana" no lo sé decir. ¿Cómo voy a saber que sentiré mañana si la vida no es más que un cúmulo de contradicciones diarias? No me gusta mentir, no te voy a mentir. Seguramente si te quiera mañana, pero no sé como será. No sé si será para repetir pasado mañana o solo un largo capricho.
Y es que en castellano todo resulta más complicado. ¿Como sabré decir que quiero algo y hacerlo eterno? ¿Está socialmente aceptado entender que "querer" no implica algo a largo plazo? ¿Soy la única que piensa en estas cosas?
Puede ser que el camino sea no pensarlo. Que igual debe todo el mundo dejarse llevar por lo que siente en aquel momento. Igual el te quiero para siempre no es más que la repetición de "te quieros" diarios que nunca acaban. 
De ser así, hay muchas personas a las que debería decir te quiero más a menudo. Quiero a ese camarero que me llena un poco más de lo normal la copa. Quiero al creador de Nintendo. Y quiero a cualquier persona que me da un momento de película, aún cuando el final no es feliz.
Así que a partir de ahora empezare a decirlo cuando me nazca. Empezare a actuar como tal. No quiero que pasen los años y perderme de decir a la gente que la quiero solamente porque no sabia si podía con ese compromiso. No quiero ser recordada como alguien emocionalmente dañada incapaz de decir lo que siente. No lo estoy, ya no. 
Me apetece querer. Quiero querer a diario, a todas horas. Con todas las fuerzas del mundo. Porque es el sentido de la vida. Porque si no hacemos las cosas porque queremos no tendría sentido existir. Porque quiero situaciones, quiero emociones, quiero momentos y quiero a esas personas que son capaces de generarlos. 
Y que como dicen, el amor es la respuesta a todas las preguntas, y si, yo quiero pensar que es así. 

viernes, 10 de junio de 2016

So what, I'm still a rockstar

Empieza el verano. El verano es mi estación. Es aquella en la que menos pudor tengo de hacer las cosas que realmente quiero hacer. En la que siempre intento tener un mojito en la mano. En la que mi mayor preocupación es ponerme morena. En la que vivo el día a día y los problemas ya se solucionaran cuando llegue el otoño. 
Esta es la época en la que hago todo aquello que se que quiero hacer sin cohibirme. Aquella en la que todo lo que dije durante el año que no haría acabo haciéndola hasta el final. Quien me conoce, lo sabe, no tengo límites. Cuando quiero algo, hasta que no lo consigo no paro. Cuando lo consigo, me aburro y voy a otra cosa. Porque esa es la dinámica de mi verano: disfrutar del momento. Y los momentos al fin y al cabo son momentos. Alargar las cosas en esta época no es mi estilo.
No me gusta pensar en las consecuencias, ni el que dirán. Que ya sé que muchos no estarán de acuerdo con mis locuras o con mis idas y venidas. Pero me encanta equivocarme. 
Cuando hablo de equivocarme hablo de nuevos errores. Esos que se tienen tantas ganas porque son asignaturas pendientes o porque son nuevas piezas en el camino. Nunca volver atrás. 
Y es que, aún en mi estación de locura, mantengo la cordura con respecto a las acciones vetadas. Que como dicen, quien se va sin ser echado vuelve sin ser llamado. Y que como siempre supiste "quien no pudo cuando quiso, no podrá cuando quiera." Porque la vida es así, la gente no se va al momento, se va poco a poco hasta que llega el momento. Y a mí ya me ha llegado. Me apetece más tener un apendicitis que volver a cometer un error del pasado. Me apetece más un dolor de muelas que aguantar el drama de quién deje libremente en mi pasado. 
Gracias verano por aparecer. Gracias por recordarme que sigo siendo la estrella de mi vida y que me lo estoy pasando mejor que nunca. Gracias por poner nuevos errores, y porque no, algún que otro acierto fijo en mi vida. 

domingo, 1 de mayo de 2016

Crónica de un amor renunciado

Hoy ha salido el sol y lo he sentido menos vivo que nunca. Me he mantenido encerrada en casa porque sentía que aún así hacía mucho frío. Miraba a la ventana y veía a la gente feliz, sin abrigo, reírse. Algo no encajaba. ¿A qué se debía tanta felicidad en un día tan oscuro? Mis amigos me recordaron que hacía sol y entonces volví a fijarme, tenían razón, había luz. Pero yo no estaba de ánimo hoy para verlo.
Pero no quiero que pienses que es por ti. De verdad que no. Prometo que voy bien, según la hora.
Que cuando me despierto solo te pienso un par de veces. Que avanza la tarde y estoy ya bien. Me doy cuenta de que te he olvidado muy rápido y que por algo será. Que por la noche siento que no he pasado página.
Pero de verdad que ya no lloro. Hace mucho que me veo en otras películas, que me creo otros tramas. Vivo el día a día y disfruto de lo que se pone al frente. Igual el problema es que ya no decido quedarme en ninguna hasta el final, solo estoy de visita hasta que me canso. Ya no encuentro lo que es el hogar, aquel que antes tenía tan fácilmente vislumbrado.
De verdad, que ya no me afecta que te de llamar mi atención cada 15 días. Que siempre hago como que no pasa. Y al principio es así. Después llega la madrugada y la historia cambia. Todo cambia de noche y lo sabes. Pero aún así aquí estoy. Es de noche, y has podido darme un empujón en dirección contraria al camino de la felicidad pero juro que no me he derrumbado.
Y ya está bien de hablar de ti. Hace un tiempo que evito el tema, como si nunca hubiera pasado nada. Hablo de otros, enfatizo como si la vida se me fuera en ello y es que cuanto más grito otros nombres más pequeño se hace el tuyo.
Que te veo. En fotos claro, no podría ser de otro modo. Y ya no siento nada. O si siento algo es confusión. Sigue siendo la tortura de mi vida el darme cuenta de que no te conocía. Yo que me juraba saber cada uno de tus gestos, de tus miradas y de tus palabras siento que conocí a un fantasma. Y eso duele. Es como cuando alguien muere, ¿cómo superas la ausencia de alguien que ya no existe? Te miro, te prometo que te miro. Pero no te veo, no nos veo.
Me dicen que no sabré cómo reaccionar. Que ni me atreva a escribirte para decirte que dejes de aparecer de repente pero no saben que ya lo he superado. Que soy una piedra. Que se que tu nunca me contestarías. Que yo jamás me visualizaría reencontrándonos porque ¿para qué? Nos hemos dicho todo lo que nos teníamos que decir sin necesidad de hablar. Nos quisimos entre nosotros pero siempre un poco más a nosotros mismos. Y no esta mal. Supongo.
Y de verdad que de 10 veces que abro la puerta de mi casa ya solo te imagino 3. Que si suena el timbre cada día dudo más que seas tú. Eso es avanzar creo yo. Igual aún me siguen temblando las piernas, pero son meros estragos de los miedos del pasado.
Qué ya me da igual imaginarte con todas y cada una de las chicas de la tierra. Es ley de vida. Unos van y otros vienen y lo he entendido. Si yo misma me encuentro haciéndolo, ¿por qué no podrías tu? Te dejo tu espacio. Bueno que digo, ya no tengo el poder ni de "dejarte" nada. Eres libre. De eso también me alegro. Después de todo aún recuerdo muchas cosas juntos y jamás querría hacerte más daño en la vida. Siempre te dije que te merecías ser feliz y por suerte siempre supe que eso no significaba que fuera a mi lado, la felicidad es un camino de uno. Ojalá por fin lo seas.
Y puede que tarde en reconstruirme, pero lo estoy haciendo. Que la gente conoce mi "equipaje emocional"; aquel que acarreas a tus demás relaciones, las consecuencias del dolor. Yo creo que cada vez es más pequeño. O es que igual yo me estoy intentando hacer más grande. Aún así no puedo con más equipaje y eso es egoísta. Cuando surge el tema y veo que mi nuevo compañero está mal, huyo. Ya bastante me cuesta llevar el mío como para hacerme cargo del de los demás. Espero que tu equipaje sea más leve, igual de mano, y puedas llegar con más facilidad que yo a tu nuevo destino.
Aún en los peores días, aquellos que solían caer un "¿Quieres que no veamos?" Consigo animarme yo misma sabiendo que no me lo vas a decir. Y lo hago bien, sabes que siempre tuve mi lado independiente. Que ya no te tengo en mis contactos así que no puedo revisar si estás en línea esperando a decírmelo. Puede que a veces intente recordarlo, pero a los 5 minutos se me pasa. Y cuando esto pasa me doy cuenta de que ya llevo un rato dejando de pensar en mis problemas. Solo entonces pienso en como sigues ayudándome, aunque no estés. Porque sigues siendo el único que sabe cómo van las cosas por aquí. Aquel que estuvo en el principio del fin en mi mundo. Aquel que realmente recuerda cuando deje de creer en el amor.
Aquí acaban mis palabras. Como verás, es un reflejo de mi misma. Aquella llena de contradicciones con la inevitable necesidad de querer llevar siempre la razón. Que igual soy la misma, pero no me siento la misma. Ahora mismo me cuesta mucho saber lo que es un abrazo o lo que significará comprometerse. Mucho va a tener que esforzarse la vida para que baje la guardia otra vez. Porque aunque tú decías que para mí sería más fácil porque ya había pasado por algo así, esta vez se me ha hecho peor, tú eras mi excepción. Aquella que tú buscas ahora. Eso mismo, eras tú. ¿Ahora donde busco cordura? ¿Dónde tengo que firmar para dejar por escrito que yo sí voy a abandonar? Que lo siento mucho por Leiva, por ese día, por todos los demás: pero no me veo amando sin poder amar.
Pero de verdad, que detrás de todo esto, estoy bien.

jueves, 28 de abril de 2016

When a tornado meets a volcano

Si hay algo que he descubierto este último tiempo es que los tópicos están llenos de prejuicios nefastos. Con esto me refiero a que si algunas se sienten a veces desarraigadas a las personas buenas es porque hay personas que cumplen con los tópicos de los que huimos. Pongamos un ejemplo, el clásico "a las chicas no les gustan los chicos buenos." MENTIRA. Pero literalmente M-E-N-T-I-R-A. A ninguna chica le gusta que le traten mal. Ninguna chica se despierta un día y dice "oye qué ganas de estar con una persona que no me valora." No, eso no pasa.
Entonces os preguntareis, ¿por qué entonces mi amigo que es tan encantador no liga nada y el que es un golfo triunfa tanto? Pues bien, he aquí la tan compleja respuesta que costó más desenterrar que la tumba de Tutankamon: porque el primero será un rancio.
¿Qué es un rancio? Un rancio es la persona que siempre sabe cómo actuar en cada situación. Aquella que no pierde la cordura ni con 10 copas. Esa que no grita en público ni corre por Madrid Centro porque estáis jugando al pilla pilla. Ese que nunca es indiscreto porque no es su naturaleza. Aquel que habla más de lo que tiene planeado hacer en 10 años que lo que está viviendo en el momento. Ese que aún busca en su diccionario la palabra locura. 
Llamadme rara pero cuando me encuentro con una persona así me da igual si es de buen fondo o de mal fondo, yo busco más. Busco diversión, busco picardía, busco locura. Busco aventura, diversión, miradas cómplices, desorientación, electricidad, pasión. Me considero un tornado y tal como dice la canción busco a mi volcán. Alguien con quien tenga sentido perder la cabeza. Ese que te siga hasta el fin del mundo. Aquel que sepa sorprenderte como el primer día.
Me gustan las personas soñadoras. Las que se imaginan las situaciones más extrañas del mundo y creen firmemente que lo conseguirán. Me gustan las personas que tienen demasiada sangre y no se callan nada. Que luchan por lo que quieren y se reivindican ante cualquier situación. 
Los que van de frente y no piensan en las consecuencias si se trata de un acto de valentía con mucho que ganar. Los que no tienen sentido del saber estar cuando se encuentran de frente con la situación perfecta para perder la cabeza. 
Aquellos que no temen en perseguir algo, ir de frente y llevarse por delante su objetivo. Los que se ríen de la vida y en la vida. Porque a veces no sólo se trata de reír por reír, sino de buscar tu mismo los motivos. 
Los que tienen un aire canalla pero un corazón de oro. Los que no hace falta sacarles las palabras con cucharita ni se replantean el acercarse a ti. De verdad que parece mentira pero que seas el chico bueno no significa que tengas que ser el parado. 
Porque SI que queremos un chico bueno en nuestra vida pero que sepa tener vida. Que ser bueno no es sinónimo de soso. Puedes ser bueno y a parte tener chispa. 
Porque el amor no será un juego pero a mí me gusta vivirlo como tal. Me gusta mover una ficha y saber que la otra persona también lo hace. Que arriesga. Que falla. Que se la juega. Y todo eso implica muchas risas, si, y muchas miradas cómplices a la vez que toques. Pero que igual que el dado te puede dar un 1, a veces también puedes sacar un 6 y avanzar rápidamente si la situación es la idónea. Y si te toca 6, pues te mueves 6, no te replanteas el dar marcha atrás, ve hacia delante, ve al limite porque nadie quiere tener a una persona que no sabe actuar cuando está lost from the fucking river. 
Así que por favor, la próxima vez que os replanteéis que es lo que buscamos, dejad los tópicos, que seas subnormal no nos encanta, que seas un volcán, si. 
Y ya si eres bueno, nos enamoramos.

viernes, 15 de abril de 2016

No soy fría, soy resistencia

Ser siempre la chica fuerte que todos esperan muchas veces me supera.
Se que esta no es la mejor manera de empezar a escribir pero estoy cansada de formalidades. Estoy cansada de que se espere que este feliz. De que sepa los pasos que debo seguir en mi vida. De que sepa cambiar de libro.
Muchas veces me he comparado con un cactus. Los cactus son solitarios, necesitan poco para abastecerse y desde lejos se ve que pinchan. A primeras no muchas personas los quieren, no tienen nada especial, no saben destacar como las demás plantas que existen por ahí fuera.
Son grandes y se mantienen en pie en cualquier tormenta de arena o invierno helador. A veces parece incluso que no son seres vivos, tanta frialdad no parece buena.
Y así más o menos se me ve. No voy a mentir, me gusta que me vean así, hace que parezca siempre que todo va bien y cuando todo va bien la gente deja de hacer preguntas.
Sin embargo a veces la realidad es muy distinta. A veces no me apetece reir a carcajadas. A veces no me apetece disimular que las cosas no me duelen y que soy inmune a cualquier ataque.
Al fin del dia tengo sentimientos. Soy de aquellas que acumulan los golpes hasta que no pueden más. El dolor en pequeñas dosis lo puedo soportar, soy consciente de que es inevitable y muchas veces yo misma encuentro en mi una culpable.
El problema es cuando crees que la gente te conoce por fin. Parece que puedes echar para abajo todos tus muros, total, ya saben como piensas en verdad. Entienden que hay más allá de la borderia y que los días en los cuales parece que no quiero saber nada del mundo es cuando más necesito la compañia. Aquellos que saben que necesito mi espacio pero despues tambien dosis de cariño. De las que a lo mejor les cuesta mucho expresar sus sentimientos pero siempre lo intentan demostrar.
Soy de las que marco la distancia y espero que quieran quitármela. Porque si, necesito mi espacio vital pero necesito ver que tú quieres estar en ella. Que si, que soy insegura. Va a ser cierto eso de que cuanto más presumes de ti más inseguridades tienes. Y es que yo, espero que la persona que esté conmigo lo demuestre porque solo entonces será cuando yo saqué el valor para hacerlo también.
Que igual todo esto me convierte en menos fria que los demás. Yo no se olvidar de la noche a la mañana. Ni empezar mi vida de cero en un segundo. Ni mucho menos cambiar de hábitos y amor de la noche a la mañana. Siempre tengo la esperanza de que los finales no son finales, sino "hasta luegos" y que como he repetido mil veces, algún día llegaría mi príncipe con flores amarillas a mi casa para decirme "te quiero, y siempre ha sido así." Puedo hacer creer que nada me afecta, es mi posición favorita en el mundo. Puedo fingir que he pasado página e incluso engañarme a mí misma pero jamás me atrevería a ser la primera en dar el paso de hacer daño. Soy de las que hasta el final lucha aunque sea en silencio, porque espero, guardo la esperanza de que las cosas vayan a mejorar. Eso de "a otra cosa mariposa" nunca ha funcionado conmigo, y creo que algún día la persona adecuada cuando estemos en peligro pensara lo mismo. Porque me merezco lo que doy, porque creo que si alguien me quiere debe de pensar que lo nuestro tendrá solución y vendrá a buscarme, con mis flores y mis tonterías, porque no habría mayor tontería que perderme. Igual mis amigas tienen razón, soy la más cursi de todas.
Porque en el fondo los cactus sí que necesitamos tratamiento, sí que necesitamos aunque sea un poco de agua, sino nos secamos hasta morir. Porque al fin y al cabo el cactus solo es duro porque resiste, porque aguanta las adversidades. En verdad no hace nada, no se mueve ni pincha si no le tocas tu. Pero los demás, aquellos que no son cactus, ¿por qué son así? ¿Por qué pasan página, por qué superan el dolor, por qué hacen daño sin que les toques tú antes?
Todo esto me lleva a una única conclusión y es que igual yo soy solo un cactus en un mundo de piedras. 

domingo, 20 de marzo de 2016

Tregua

Lo has conseguido: me has dejado sin palabras. Siempre he presumido de tener algo que decir, algo con lo que terminar todas las conversaciones. La implacable necesidad de llenar el vacío. Siempre, menos ahora.
Me has reconstruido los muros. Has conseguido que vuelva  estar alerta, que no entienda pero desconfíe. Que pierda todo el sentido aquellas frases de Frida Kahlo que una vez te escribí en carteles. Que el “siempre te agradeceré que me recogieras en pedazos y me devolvieras integra” perdiera sentido.  Que de alguna forma, yo perdiera el norte.
Me había acostumbrado a dejar de hacerme preguntas contigo y con tu partida me has llenado en un mar de dudas que me ahoga. Nunca entenderé porque acabó en odio, porque hubo esa necesidad de hacer daño. Supongo que siempre fui muy ilusa. Que siempre me negué a creer que todo lo que empieza, termina.
Terminó como empezó, siendo la historia de dos desconocidos. Siento que creíamos que sabíamos todo del todo y apenas conocíamos la punta del iceberg. Que nuestro problema fue que nos mirábamos pero no nos veíamos. Yo no supe jamás interpretar que querías de mi y tu siempre creíste que eso era porque andaba perdida. Siempre supe lo que quería a tu lado, pero jamás como conseguirlo. Que habría sido muy bonito. Que todo hubiera ido bien si tu  no hubieras sido tu y si yo no hubiera sido yo.
Que éramos una tormenta. Pero nunca perfecta. Siempre nos escudamos en pensar que esas eran las mejores pero ambos sabíamos que estábamos cavando nuestra propia tumba. Porque las cosas, cuando no son fáciles son por algo. No porque el premio valdrá la pena, sino porque la caída será más dura.
Ojalá hubiéramos sabido entender al otro. Ojalá lo único que hubiéramos tenido no hubiera sido amor. Ojalá hubiéramos tenido una base, de esas solidas, de esas que crean estabilidad: eso que siempre nos faltó.
Que siempre mirábamos a los demás mientras nos preguntábamos porqué lo nuestro no era así. Supongo que ese era otro error. Mirábamos demasiado para afuera. Nos perdimos nosotros mismos en las personas. Que creíamos que esta, nuestra historia, era la historia de todo el mundo. Hicimos de los demás nuestra realidad y muchas veces no éramos ni nosotros los que hablábamos. Porque hasta el día de hoy siento que conozco parte de ti y que hay ciertas cosas que nunca habrías pensado de mi por tu cuenta. Y es que cualquiera parecía más sabio que nosotros mismos. Porque es más fácil que alguien te diga que cortes por lo sano que tú mismo te animes a creer que se puede luchar.  
Que no nos veíamos sin el otro y eso hizo que nunca nos animaremos a decir adiós. Porque hasta el día de hoy, no se ha dicho. Porque todas esas necesidades de hacer daño al otro son solo formas de llamar la atención. Que pensamos que era mejor tener lo malo que no tener nada y eso ha hecho que fuéramos irrecuperables. Después de tanto daño hay un punto donde sabes que nunca volverás a sentir lo mismo, que nunca vas a poder volver dónde estabas. Ojalá hubiéramos sabido querer mejor en vez de tanto. Ojalá hubiéramos elegido el adiós cuando tuvimos la opción y pudiéramos recordarnos como la historia más bonita y no la más destructiva de nuestras vidas. Ojalá pudiera sentir que no sobrepasamos todos los límites, que tú no pensarás que estoy loca y jugué contigo. Que yo no sintiera que nunca me dijiste la verdad y hacia mucho que te había perdido.
Pero aquí llega el final. Ya me he cansado de intentar hacerte daño para seguir vinculada a ti. Si, fuiste el único, me creas o no, ahora que todo ha terminado y no hay motivos por los que mentir te lo digo. Fuiste mi primavera. Mi renacer. Mi luz. Fuiste todo hasta que no se pudo más y volvió el invierno. Que con todo, he aprendido a no odiarte porque eso me impedirá avanzar. Me quedo con los que éramos. Con las risas. Con las noches hablando hasta la madrugada. Con tus videos, tus sorpresas y tus gestos. Con tantas cosas buenas de las cuales parece que nos olvidamos pero yo siempre guardare conmigo.Porque nadie más lo sabrá, porque ni en las redes sociales sabrán que existimos, porque era la forma más sana. Cortar de raíz, desde el principio. Y que espero que algún día, esa, nuestra chapita, nuestra promesa, sea tu promesa y tu realidad. Que igual aun no estoy preparada para siquiera imaginármelo pero no significa que sepa que te lo mereces.

Y que con estas palabras, te firmo la tregua. La de verdad. La que firma la tragedia sin culpables.

miércoles, 6 de enero de 2016

Si es así atrévete a decir que no es amor

Hay caricias que llenan el alma de calor, hay miradas que alumbran corazones, hay abrazos que recomponen cuerpos.El ser humano fue hecho por otro ser humano y es aquel quien posee el poder de matarlo. No hablo de forma física, que también, sino espiritual.
Hay almas que mueren al perder el tacto de su amado. Como si se tratase de una rosa que va perdiendo sus pétalos hasta dejarlo inservible, inerte. Su cuerpo esta ahí deambulando pero su esencia ha desaparecido. 
Hay gente que da abrazos con guantes, con cuidado de no congeniar demasiado. Siendo cercano pero guardando la distancia. Se llaman ladrones del corazón porque cualquier día se irán y se llevaran ese abrazo y junto a él parte de ti. Te descompondrán por completo y te harán dudar de tu existencia. No porque ellos se hayan ido sino porque no recuerdas como eras antes de ese abrazo.
Lo mismo pasa con los que te dicen te quiero muy bajito. Lo susurran para que solo tu lo sepas haciéndote creer que nadie más debería saberlo. Que vuestro amor es solo vuestro. Es un sonido tan bajo como efímero. Lo recordarás como si hubiera sido el momento más feliz de tu vida sin darte cuenta de que ese "te quiero" al momento de decirlo se esfumó. No es tuyo ese te quiero, no es de nadie. Los te quiero que se esconden, los taciturnos, los que se dicen y no se escriben son los que más duelen. Aquellos que solo podrás revivir en recuerdos. Aquellos que no sabrás si era un sueño, una pesadilla o la vida misma.  
También los hay que solo te ceden la mirada. Esos son los peores. Ellos verán como eres pero no quien eres. No se molestaran en saber que hay detrás de esa sonrisa forzada. No querrán despellejar hasta encontrar el ultimo rincón de tu alma. Solo querrán la carcasa, aquello que desvanece con el paso del tiempo. Y es que ellos no tienen planes de quedarse más. Querrán exprimir cada una de tus sonrisas hasta que el contador llegue a cero y decidan que el producto ha caducado. No serás más que una imagen para ellos y como tal solo verán el reflejo de lo que eres. 
Los habrá que creen que te están dando los mejores años de su vida cuando en verdad lo que están haciendo es quitarte los mejores tuyos. Que se crean fuego cuando solo son escarcha. Intentarán hacerte creer que si las cosas van mal es por tu culpa. Estos creen que cuando dan un paso al lado tuyo debes darles las gracias. Querrán que escales el mundo por ellos, que cojas la luna, se la regales y vuelvas a escalar el mundo. Te harán creer que lo que haces no es suficiente, que debes luchar más por ganarte un hueco mayor en su corazón. No te darán oportunidad de rechistar porque al fin y al cabo todo fue idea tuya. El nunca te dijo que subieras y fueras a por nada, no al menos literalmente. El problema de este amor es que algún día te tropezaras en la escalera y él no estará para recogerte. Te darás cuenta de que estabas tu sola, que no había nadie más en su propia escalera buscando nada por ti y finalmente acabaran volviéndote escarcha a ti. Dicen que esos amores son los que dejan huella porque una vez eres escarcha cuesta mucho derretirte.  
Pero no esta todo perdido, o al menos eso pienso yo. Aún queda un ultimo tipo, aquel del que vale la pena hablar. Ese amor, es aquel que te mereces. Ese que es como el aire. Aquel que llega a todas partes, que te deja los pelos de punta. Ese que va a estar en privado y en publico. Sin elecciones, porque es así, porque debe ser así. Aquel que no notes solo tu, sino todo el mundo a tu alrededor. Aquel que sea el aliento que te da calor sin tu pedirlo. Aquel que sea un hecho, no una opinión. Aquel que no se vea pero se sienta. Que no entienda de distancias porque aun a mil kilómetros este al lado tuya. Ese aquel es el adecuado, y si no es así, atrévete a decirme que no es amor.

El arte de la vida

No creo en las medias naranjas. Digamos que John Lennon me convenció por completo cuando dijo eso de que nacemos enteros. Yo, de hecho, me considero una persona muy completa. Soy igual con o sin pareja. Tengo las mismas ilusiones, los mismos retos y los mismos miedos. No creo que nadie deba cubrir mis defectos ni me dejo llevar por el significado de que encontrar a otra persona me dará plenitud. Yo de por si soy un pleno. Un 10. Pensar que soy solo la mitad de algo esta muy por debajo de mi ego.
Pero tampoco creo en el amor como complemento. El amor no es un bolso, no debe combinar contigo. Tiene que ser algo más. Porque si fuera algo de lo que puedes prescindir entonces no tendría sentido quererlo amarrar para toda la vida. Ni siquiera querrías a tus zapatos favoritos si te dijeran que a partir de ahora no puedes ponerte otro, entonces, ¿qué pasa con nosotros? 
 En los "eres mio" o "soy tuya" tampoco creo. Por suerte me educaron para saber que gozo de muchos derechos y libertades. Entre ellos la libertad de ser la persona que quiero ser. Y quiero ese derecho. Quiero ser hoy una princesa, mañana una guerrera y pasado lo que me de la gana. Si soy tuya debo pedirte permiso, dependo de ti y eso jamás podría permitírmelo. Me enseñaron a ser independiente, a elegir a alguien con quien vivir pero sabiendo siempre que en el momento en el que no se pudiera más podría marcharme y no pasaría nada. Porque si, porque eso de que las parejas antes luchaban más que ahora es muy bonito pero hay que saber cerrar los libros. Hay que saber cuando algo no da más a basto. Entonces, ¿Qué eres? 
 Puedo recurrir a Forrest y decir que eres un poco de destino y un poco de persona flotando casualmente al lado mía. Puedo creer que eres una ilusión hecha realidad. Lo cierto es que no encuentro una explicación y esto es lo que me llevo a pensar que igual ese es el significado del amor. A lo mejor todo esto se trata simplemente de estar con la persona con la que estas a gusto mientras pasa la vida. A lo mejor la mejor respuesta siga siendo hacerse una pregunta. 
Igual esas parejas que llevan 50 años aun no tienen la solución. Igual esa es la solución. Igual nos toca hablar con palabras mayores y darnos cuenta de que el verdadero rompecabezas de esta vida no era el por qué o el como si no el con quien. Y una vez tengas a ese quien dejar de rayarse. Lo has encontrado, disfruta, que uno a veces se pasa la vida esperando cosas sin darse cuenta de que inevitablemente lo único que pasa es eso, la vida.