miércoles, 18 de diciembre de 2013

Queridos Reyes Magos:

Ya termina el 2013, un año lleno de cambios y sorpresas para mí. Un año que me ha hecho madurar muchísimo, que me ha ayudado a superar muchos miedos y a encontrar otros nuevos. Un periodo donde me he podido ir conociendo a mi misma un poco mas, dejar de lado “lo que me decían desde pequeña” y afianzar mis propias ideas y creencias. 
Un año en el que aprendí más sobre el mundo exterior, donde salí de esa pequeña burbuja que todos afirman que me acompaña y descubrí nuevas experiencias. Tales experiencias para bien o para mal me han sacado más carácter, me han hecho mas fuerte, todo ello sin perder mi esencia infantil y positiva ante la vida. 
Digamos que he mejorado, aunque hay opiniones de todo tipo. Digamos que cumplir 20 años no es como cumplir 19. Que nuestros padres tienen razón, a medida que te haces mayor entiendes mejor las cosas. Que nos hacemos mas realistas pero no por ello menos soñadores. Que por fin comprendemos que “Todo lo que hagas en la vida será insignificante, pero es muy importante que lo hagas porque nadie más lo hará.” como solía decir Robert Pattinson en la película Recuérdame. Porque es así, seguramente no consiga el Premio Novel en Economía, ni bucear en La Gran Barrera de Coral ni mucho menos convertirme en una actriz de éxito en Argentina pero no por ello voy a darme por vencida. No me voy a amoldar al plan de vida que se espera de mí. No voy a seguir el camino que me dibujan “porque así es como se deben de hacer las cosas”. Lo que si voy a hacer son esas pequeñas cosas que me gustan y me ilusionan. Las que me hacen feliz y me llenan aunque sean insignificantes, porque esas cosas son las que marcan la persona que soy. Voy a cumplir con mis deberes siempre sacando tiempo para aquellos pequeños vicios. 
Gracias a estas lecciones aprendidas este año al 2014 no le voy a pedir nada más que tiempo. Si, ya no quiero “aprender a bailar hip hop” ni “saber 5 idiomas” como antes solía pedir. Mis deseos este año son mucho más pretenciosos.
Pido tiempo para conocer el mundo a mí alrededor. Se que vivo en el, pero no solo quiero mirarlo, quiero verlo. Necesito colaborar en él. Sentir los “true colors” que tanto cantaba Cindy Lauper. Se de sobra que no voy a conseguir la paz mundial, ni conseguiré que la pobreza se erradique pero no quiero estar más tiempo ciega. Si algo he aprendido en los voluntariados este año es a luchar. Ya fueran deportivos como Madrid 2020 o sociales como Soñar Despierto todas se basan en unir a un grupo de desconocidos por una misma causa. Suena hasta poético. Tantas personas diferentes, con historias opuestas vinculadas por un mismo ideal. Y ya no hablemos de lo aprendido dentro de esas experiencias. He conocido a tantos corazones puros y grandes en personas aparentemente tan pequeñas que he dejado de entender de proporciones matemáticas. Visto lo visto este año no puedo dejar las cosas así. Necesito seguir luchando, no por mí, ni por ellos, sino por todos. Porque me han vuelto a recordar que no tienes que recibir mucho para dar. Que eso que das es lo que te hace feliz. Porque pasaran los años y me olvidare de muchas cosas pero no de esas sonrisas recibidas por dar un poco de mi.
Amigos. Algo tan simple como eso. Quiero tener días para dedicar a todos y cada uno de ellos. Ya sean de la universidad, las chickens o casualidades de la vida. Poder disfrutar de ellos y hacer de cada minuto una anécdota, de cada momento una risa. Son mi segunda familia. Los que me han aguantado en mis rachas mas bordes, los que han soportado mis fugaces amores y eternas lagrimas y rayadas. Siempre he creído que soy una persona difícil de aguantar. Y se que soy así. Pero ahí están, siempre que les necesito e incluso cuando no y creo que siempre me faltara tiempo para agradecerles lo mucho que les quiero. Por ellos pido horas, porque igual me las roban con facilidad pero estoy enamorada de mis delincuentes.
Como no podía ser menos necesito tiempo para estar con mi familia. Aquellos de los que más me quejo de que no me entienden pero ceden ante todos mis caprichos. Los que me han dado todo lo que soy ahora. Sin ellos no sabría que es discutir ni el cuidado que debo tener con confiar en la gente. Discutimos a todas horas, no hay descanso. Siempre hay algo que le parece mal a alguien y nos dejamos de hablar a la primera de cambio. Pero cuando llego a casa tarde, triste, con ganas de llorar, vienen a mi, me suben mi cena favorita y me dan sus brazos para que cuente con ellos mientras me dicen “Con nosotros siempre estarás protegida, eres nuestro ángel”. Y para mi eso es todo. Porque me han hecho entender que las familias disfuncionales son las mejores; que somos pocos pero suficientes. Que necesito una vida entera para aprender de ellos, aprender a darlo todo por una persona, como ellos hacen conmigo. Sin que suene a tópico, algún día espero que mis hijos me quieran tanto como yo a ellos. Pero una vez más, para ello necesito tiempo. 
Y a todos estos pequeños momentos quiero añadirles una buena banda sonora. Canciones que hablen de mi o me hablen, que de cualquier forma entren a formar parte de mí. Porque existen esas canciones. Canciones que nada mas escucharlas sabes que van a marcarte para siempre. Ya sea por el ritmo, la letra o todo a la vez pero especiales para ti. Todos sabemos la sensación de la que hablo porque todos la hemos sentido al menos una vez en la vida. Pues bien, digamos que soy una cazasentimientos. Quiero vivir esa sensación más veces. Quiero descubrir aquellos pequeños tesoros que te vuelven vulnerable y te abren el corazón en apenas unos minutos a las cuales llamamos canciones. Para ello, como todo tesoro digno de encontrar necesito tiempo. Aunque las buenas canciones son como el amor, aparecen cuando menos te lo esperas. 
Quiero dedicar horas a conocer libros de esos que te dejan sin habla. Aquellos que lees y relees para volver al mundo que te pintan. Esos que te atrapan tanto que te olvidas si vives en la España de la posguerra, en pleno Imperio romano o incluso en las pequeñas lunas de El principito. Pequeños mundos donde dejas una parte de ti y a cambio rescatas algo de ellos. Que te dejan una reflexión y visión del mundo  nueva; como si te acabasen de graduar la vista y lo vieras todo con colores más definidos. Porque el mundo real esta bien, pero habiendo tantos millones en la biblioteca… ¿Por qué conformarse? 
Quiero dedicar las tardes a perderme con amigos por las calles de Madrid. Ya esta bien de franquicias; me gusta el mundo globalizado, que no se malinterprete. Me gusta que todos podamos disfrutar de ciertas cosas por igual pero quiero sentir Madrid, no solo vivir en ella. Ver obras de teatro en plena Gran Vía y salir eufórica de cada musical. Aprender de las exposiciones que museos tan únicos como El Prado o el Thyssen podrían darme. Poder encontrar pequeños bares escondidos que solo la gente capaz de perderse es capaz de encontrar. Curioso pero cierto, perder para encontrar. Tal y como decía Albert Espinosa “algunas perdidas son positivas” hay que disfrutar de ellas. Por ello quiero disfrutar de un gin tonic en Dry Martina. Me apetece dejar las grandes avenidas donde se ve lo mismo y meterme por esas callejuelas llenas de encanto. Poder sentarme en un sitio con la total certeza que no me encontrare a nadie. Dedicar cada día a un nuevo rincón favorito. Empaparme de Madrid y de esa belleza que solo los afortunados son capaz de percibir para poder afirmar que es una ciudad única. Porque si el saber es poder, quiero ser poderosa en Madrid.
Pero no es solo Madrid lo que quiero, aunque sea mi gran debilidad. Necesito tiempo para viajar. Tiempo para esos pequeños trocitos de mi corazón que están repartidos por ahí. Ir a Valencia, Córdoba o Canarias para dar abrazos a esos ángeles que tengo todo menos tangiblemente. Poder introducirme en sus rutinas durante cierto tiempo y entender un poco más porque tengo la suerte de tenerles y de quererles tanto pese a la distancia. Pasear por sus calles e imaginarme como ellos han ido creciendo por ahí, formando la persona que son ahora teniendo en cuenta que ahí han pasado los momentos mas decisivos de su vida hasta ahora. Porque dicen “dime de donde vienes y te diré quien eres” y yo, yo no soy quien para cuestionar aún eso. ¿Qué voy a decir yo habiendo vivido en tres ciudades? Pero por eso mismo quiero comprobarlo. Quiero saber de donde vienen, a donde van y a donde tendré que ir a por ellos en un futuro. 
Los viajes no acaban ahí. No solo quiero cuestionarme en hacer mi maleta para ir a ciertas ciudades. Quiero vivir con una maleta hecha. Escaparme en cualquier momento y palpar mundo. Quiero dar una vuelta por Les Champes-Elysses mientras escucho a Carla Bruni, alquilar una vespa y llegar todos los viñedos italianos que me permita la gasolina, llenar el coche de comida basura y cervezas mientras suena Passenger y recorrer la Ruta 66. Esos clichés que tanto conocemos sin haberlos vivido y porque no, crear mis propios clichés en ciudades nuevas. Si uno se lleva solo lo vivido quiero vivirlo todo antes de que sea demasiado tarde.



Finalmente, como no podía ser menos en mi, tiempo para enamorarme. No voy a hablar de números, no se si será de uno o un millón. Ya he asumido que bajo esta gran carcasa soy una romántica empedernida y que disfruto del amor. Que afirmo lo que Barbra Streisand dijo en “El amor tiene dos caras” que nos tragamos el amor aunque no sea como el ideal de película porque “mientras dura te sientes de puta madre” y una sensación así nunca pasaría por alto cuando pido tiempo. Que de todos mis vicios el amor es mi favorito. 
Y todo esto que pido no me lo da otra cosa que el tiempo. Curioso que unos cuantos números sean los que determinan tantas cosas. Igual lo que necesito es organizarme mejor. No se. Hace mucho que deje de preocuparme en buscar una respuesta a cada pregunta. 

domingo, 1 de diciembre de 2013

Ridiculous, inconvenient, consuming

Porque lo peor del mundo junto a las mentiras y la traición es el engaño. Ya es bastante duro cuando te engañan y te das cuenta que vives en una mentira... Pero, ¿y cuando te das cuenta que te has engañado a ti mismo? Ahí esta el verdadero engaño.
Creo que no existe persona tonta, creo que todos somos capaces de ver la realidad tal y como es y percibir como es verdaderamente todo a nuestro alrededor. El problema esta cuando vemos que la realidad no tiene la tonalidad rosa que querrías. Ahí es cuando empieza el peligro.
Puedes estar en una relación, e igual no es la persona para ti. No deberíais seguir un día mas juntos. Porque no es bueno para ti, ni siquiera te gusta en verdad. Pero te mantienes, porque crees que mereces vivir ese amor que ves en los demás. Crees que tu, al igual que todos, merecemos esa historia de amor donde "vivís felices y coméis perdices". Somos envidiosos hasta para querer. Por ello podemos ver lo que sea, saber cualquier cosa que no reaccionaremos ante la verdad que se pasea delante de nuestros ojos. Que en verdad no nos están tratando bien y que nos están utilizando. Cerramos los ojos. Porque no hay mas ciego que el que no quiere ver. Porque ante los ojos de todos sois una pareja perfecta. Porque tu incluso te intentas convencer de que sois almas gemelas. Todo mentiras. Mentiras que se creen hasta volverse una forma de vida. Vivir del engaño.
Pero no hay engaño que dure para siempre. Algún día ese mismo engaño te chocara en la cara y tras pasarlo muy mal analizaras, abrirás los ojos y veras hasta donde puedes llegar para hacerte la protagonista de un cuento de hadas. Te prometes no volver a caer en esos juegos que empiezas tu sola. Prometes que esta vez estarás alerta y que al primero que veas intentar entrar en el juego le mandaras de patitas a la calle. Pero en el fondo sabes que no va a ser la ultima vez, que tu aun eres muy inocente, que todavía hay demasiados canallas ahí fuera. 
Aun así, pese a todo lo que te espera, hay una cosa clara: habrá mucho mas bueno. Porque la única parte que nos debemos creer de los cuentos de hadas es que el bien siempre triunfa. Que a los canallas les romperán el corazón algún día y que mientras habrá alguien pegando los trocitos del tuyo. Porque al final todo se resume en eso, en amor. 

Me veo mintiéndome otra vez pero ya no contigo

"Querida Cristina, he decidido hacerte esta carta porque mereces saber que nada es culpa tuya, simplemente todo ha cambiado y no sé decirme por qué. Te adoro pero no, no puedo seguir contigo. Lo cierto es que te he mentido y eso no es lo peor, lo peor es que llevo haciéndolo desde el primer día y lo más ridículo es que también me he mentido a mí mismo creyendo que por fin te había encontrado. Adoraba cómo pasabas de enfadada a enamorada en cuestión de segundos, me encantaba tu piel y el olor a crema hidratante cada vez que me abrazabas, adoraba el modo en que decías sí a todas mis locuras, no podía vivir sin tus abrazos constantes, me encantaba cuando te burlabas de mis tonterías y eso te hacía estallar en mil sonrisas, disfrutaba sin hacer nada, matando el tiempo, paseando, besándonos, adoraba tantas cosas de ti.. En cambio, ahora odio tus cambios repentinos de humor, detesto cuando te pones esa crema hidratante y me tocas con la piel pegajosa, odio tu poca iniciativa y que digas sí a todo, me agobia que quieras estar siempre pegada a mí y me enfurece que te burles de mis cosas y encima te rías, me aburre estar sin hacer nada perdiendo el tiempo. Por eso no puedo seguir contigo, porque cometí ese error que comete todo el mundo de creer que eras quien yo quería que fueras; de, sin conocerte, decirte que eras la mujer de mi vida, de pensar que eras mi una entre un millón porque eran más mis ganas de encontrarte que las de estar contigo. Pero no has sido tú la única engañada, yo también me creí que eras para siempre, que serías mi antes y mi después, lo que siempre había soñado. Sé que me volverá a pasar, me volveré a mentir, volveréis a parecerme todas las anteriores en insight y volverá a parecerme todo increíble. Me veo mintiéndome otra vez, equivocándome, pero ya no contigo, ya no contra ti. Lo siento mucho, te deseo lo mejor. Marcos."