viernes, 10 de junio de 2016

So what, I'm still a rockstar

Empieza el verano. El verano es mi estación. Es aquella en la que menos pudor tengo de hacer las cosas que realmente quiero hacer. En la que siempre intento tener un mojito en la mano. En la que mi mayor preocupación es ponerme morena. En la que vivo el día a día y los problemas ya se solucionaran cuando llegue el otoño. 
Esta es la época en la que hago todo aquello que se que quiero hacer sin cohibirme. Aquella en la que todo lo que dije durante el año que no haría acabo haciéndola hasta el final. Quien me conoce, lo sabe, no tengo límites. Cuando quiero algo, hasta que no lo consigo no paro. Cuando lo consigo, me aburro y voy a otra cosa. Porque esa es la dinámica de mi verano: disfrutar del momento. Y los momentos al fin y al cabo son momentos. Alargar las cosas en esta época no es mi estilo.
No me gusta pensar en las consecuencias, ni el que dirán. Que ya sé que muchos no estarán de acuerdo con mis locuras o con mis idas y venidas. Pero me encanta equivocarme. 
Cuando hablo de equivocarme hablo de nuevos errores. Esos que se tienen tantas ganas porque son asignaturas pendientes o porque son nuevas piezas en el camino. Nunca volver atrás. 
Y es que, aún en mi estación de locura, mantengo la cordura con respecto a las acciones vetadas. Que como dicen, quien se va sin ser echado vuelve sin ser llamado. Y que como siempre supiste "quien no pudo cuando quiso, no podrá cuando quiera." Porque la vida es así, la gente no se va al momento, se va poco a poco hasta que llega el momento. Y a mí ya me ha llegado. Me apetece más tener un apendicitis que volver a cometer un error del pasado. Me apetece más un dolor de muelas que aguantar el drama de quién deje libremente en mi pasado. 
Gracias verano por aparecer. Gracias por recordarme que sigo siendo la estrella de mi vida y que me lo estoy pasando mejor que nunca. Gracias por poner nuevos errores, y porque no, algún que otro acierto fijo en mi vida.