miércoles, 6 de marzo de 2019

Una mochila y mil dudas

Un día cualquiera me encuentro a mi misma buscando entre mis recuerdos. Cojo ese viejo diario de mi infancia y empiezo a pasar las páginas mientras río de felicidad recordando tantas historias. Leo mis planes de futuro diseñados por una niña de 8 años. Terminaría la carrera con 21, encontraría mi trabajo soñado con 22 y me casaría con 23. Dejaría 3 años libres para viajar por todo el mundo con el amor de mi vida y con 26 decidiríamos tener nuestro primer hijo. Antes de los 35 ya tendría 3 hijos y todo sería perfecto. 
Termino de leer el diario comprendiendo con melancolía que ese futuro nunca se cumplirá. Que esos años han pasado y con 25 estoy mucho más perdida de lo que estaba con 8. Que no tengo nada claro sobre que será de mi dentro de un año como para saber qué pasará en 5. 
Es entonces cuando llega lo mejor. Llega la sensación de que no hay todavía nada escrito para mí, que existe un mundo de posibilidades y que es decisión mía las rutas que vaya a tomar. Que estas dudas que tengo son la mejor sensación del mundo y que no tengo la intención de pronosticar nada de lo que vendrá. Descubro que, ahora mismo pensando en esto, en lo que sería un fracaso para mi yo de la infancia, me he quitado un peso de encima. 
 No quiero pensar que sería de mí sin vivir las cosas que he vivido hasta ahora. No quiero renunciar a mis experiencias porque significaría dejar de ser quien soy. Estoy muy feliz de mis virtudes y he aprendido a entender mis defectos. Y me veo con orgullo ante el espejo, sabiendo que aún estoy en el principio de mi aventura y que no estoy preparada para una rutina. No estoy preparada para sentir melancolía por las cosas que, si he vivido, quiero seguir saboreando la inquietud que me genera la vida, las personas, los lugares. Quiero seguir fantaseando, quiero sentir que en cualquier momento despegaré. Sé que ese momento llegará, que la tranquilidad llamará a mi puerta. Pero eso será cuando deba de llegar y al abrir la puerta sabré que estoy preparada. 
 Sé que aún no es el día, no se si lo será mañana, o dentro de un año, o quizás dentro de 10, pero desde luego que yo estoy muy contenta de coger mi mochila y seguir degustando la vida tal y como es sin generarme expectativas.

viernes, 20 de julio de 2018

Del tiempo, las palabras y de mí


Me encuentro sola en mi casa. Me pongo a pensar que ya he terminado la carrera y en que no se cuales son los pasos que debo seguir a partir de ahora. Que el camino que tenía fijado ya no tiene una ruta fija. Que no se que se hace cuando tus obligaciones acaban y te encuentras en un momento de libertad. Lo llamo libertad porque es lo más libre que he sido en toda mi vida. Pero se que la palabra libertad es una utopía, al fin y al cabo, he estudiado políticas. 
Y entonces se me ocurre pensar en las cosas que me gustan: las series, beber con mis amigas, una tarde en el Retiro, jugar a juegos de mesa y ganar, escribir. Si, definitivamente escribir siempre ha sido de mis favoritas. Yo ya se que no se escribir. Desde pequeña tenía claro que quería ser periodista. Me creía que sería la mejor. Que sería capaz de desmantelar a un gobierno corrupto y que iría al extranjero para contar todas las injusticias que harían que gente se quitase las vendas. Cambiar el mundo. 
Pero aquí estoy, un jueves a las 23:00 escuchando música sola en casa. Con la carrera de políticas. Y se que quiero lo mismo. Pero por desgracia, esta vez sin escribir. No se escribir. Se decir lo que siento, lo que pienso y con ello formo frases inconclusas que describen mi vida pero, lo que se dice escribir, que va. 
Por eso estoy escribiendo ahora aquí. He recordado todo lo que he escrito y que nadie ha leído. Todos los nombres han recorrido mis palabras y los recuerdos que llevan intrínsecos mis escritos. Pienso en todo lo que he escrito para no saber escribir y en quienes formaban parte de estas historias.
Pienso y repienso hasta darme cuenta de que mis historias tenían un sujeto omitido. Que yo misma, de mi, jamás escribí. Que escribí sobre príncipes que resultaron ser sapos, de las injusticias de un mundo gris y de las fantasías que nunca se cumplieron. Y que, si no lo escribí, fue que no lo pensé, y que, si no lo pensé, mucho menos lo dije.
Entonces vuelvo a recordar todos esos nombres de los que si escribí. De aquellos de los cuales me sabia hasta sus manías mas tontas y me doy cuenta de que si yo jamás me conocí, ellos tampoco pudieron hacerlo. 
Y viene a mi cabeza que igual por eso tenían siempre la iniciativa de decirme como era. Posiblemente por eso nunca se quedaron. Que yo no era la santa que se pensaban los chicos que me conocían. Ni la puta de aquellos que se iban. Que no era apasionante como aseguraban aquellos que querían seguir conociéndome. Ni era el desastre andante que afirmaban al segundo día de conocerme.
Que solo soy un ser humano. Quizás por eso me olvidaron. Pero como el resto de los seres humanos. Igual por eso yo también les olvidé. 
Entre tanto olvido, pienso. Es lo que me queda por hacer en esta noche. Y me pregunto a mi misma si alguna de esas personas habrá pensado una noche cualquiera, como hoy, en mi. Supongo que no. Ya he asumido que me han olvidado. Me parece perfecto. A mi lo de remover cosas del pasado nunca me ha gustado. Pero de verdad que espero que si piensan en mi, no lo hagan con la imagen proyectada que lo que recuerdan. Que ojalá pudiera hablarles a todos hoy y abrirme para que me conocieran. Que irónica la vida, compartes años con personas que nunca llegan a conocerte y sabes que en una tarde podrían saber la persona que hay en ti. 
Pero yo que se, creo que sería bonito hacerlo. Verlos, hablarles de quien soy y que se vayan sabiendo que yo era simplemente una persona más. Lo especial que es una persona es solo la suma de las expectativas que hacemos de ella. Si ya no tienen esa sensación podrían ver que solo soy un ser humano más, e igual así podrían recordarme de vez en cuando entre tanto olvido.
No es que yo piense de mi que no soy nadie. He terminado políticas y estoy muy orgullosa. No es que piense que ahora soy mejor que otras por tener una carrera, que análisis más tonto. Me siento mejor que mi yo de ayer, aquel que quería romperlo todo porque pensaba que nunca iba a llegar. Me creo una mejor versión de mi. Que he conseguido superar este nivel, que siempre sobrevivo y que me doy muy poco crédito a mi misma. 
Y por eso escribo esto. Porque ojalá todo esto que estoy pensando ahora mismo, lo hubiera pensado hace años. Que yo soy maravillosa para mi, humana para el resto. Si lo hubiera sabido entonces. Si lo hubiera sabido entonces habría luchado mucho más por mi y habría fallado más para lo demás. Que no significa que me volviera egoísta, pero me habría dado un respiro más de vez en cuando. Que habría dejado de salir de casa a las 7 de la mañana y volver a las 11 de la noche cumpliendo con mi misión de hacerme invencible para los demás. Que habría llorado más ante las penas y seguramente habría dicho mucho más la palabra "no". Y que sabría escribir. Habría dedicado este tiempo y esfuerzo en sacarme un curso, dos, o los que fueran para saber transmitir lo que pienso, y sentirme orgullosa de aquello. 
Y miro el reloj, son las 23:30 de un jueves por la noche. Pienso en que igual no es tarde. Que lo que ya esta escrito no se puede borrar como bien dicen, pero que si puedo manejar que haré a partir de ahora. Que al fin y al cabo soy lo mas libre que he sido nunca. Sí, miro otra vez el reloj. En efecto llevo media hora pensando en mí. Y se que puedo hacerlo. Se que puedo escribir. No ahora, pero mañana quien sabe. Que me queda muchísimo tiempo para aprender y no debo dudar de mi. 
Pienso en lo bonito que ha sido esto. Que debo hacerlo más. 
Termino esto. Lo termino sabiendo que empieza un nuevo día mañana y que ya se quien soy. Ojalá todos vosotros, aquellos que ya no estáis, supierais también que ya lo se. Así cerramos el pasado, en tablas. Al fin y al cabo, solo somos seres humanos que se han tropezado en esta compleja vida. 

viernes, 5 de mayo de 2017

Carta a la futura novia de mi ex

Querida futura novia de mi ex,
Ante todo quiero que sepas que esto lo escribo porque te quiero. Si, se que no te conozco, pero eres mi hermana en batalla. Eres parte de esta represión de la que tanto intentamos salir. Porque tu y yo somos nosotras, y justamente nosotras somos las que entendemos lo que es ser un pequeño peón del ajedrez.
Te voy a decir que tengas cuidado. Que se con quién estás y se con quien no deberías estar. 
Y no creas que te lo digo porque me creo superior a ti, o porque crea que conozco a esa persona mejor que tu. Lo digo porque yo conocí un lado que espero que tu nunca llegues a ver.
Ese chico, aquel que forma parte de mis recuerdos y esta empezando a escribir historia contigo, ya se de lo que va y te lo quiero decir. 
Al principio te adulará, te recordará todas las cosas bonitas que tienes, incluso se inventará otras que tu misma no te veías para simular que te ve con otros ojos. Tendrá detalles, te pintará un mundo de color de rosa y durante un tiempo creerás que no has podido encontrar a alguien mejor, que no entiendes porqué tardaste tanto tiempo en llegar a verle. El mismo te recordará que es tu culpa por ver a tantos capullos antes a que él, un chico bueno de verdad, con sentimientos reales. 
Los te echo de menos, te quiero y cosas dulces se harán parte de tu rutina. Ya no sabrás lo que es vivir un día sin una de esas palabras. De hecho, no podrás terminarlo porque sabes que si es así es que has hecho algo mal. 
Empezarás a tener la necesidad de contarle tú día a día con lujo de detalles y querrás que él también lo haga aunque no sea su naturaleza ser así. O al menos eso te ha dicho. "Cuéntame tu, tu día" porque es así de detallista y no porque quiera controlar cada uno de tus pasos, es un romántico, eso mismo quieres repetirte a diario. 
Creerás que es la persona más brillante del mundo y empezaras a ver enemigas por todos lados porque él mismo te ha repetido en varias ocasiones que envidia a los hombres que pasan el día a día contigo. Y claro, tú también las envidias a ellas. Si sabes que los hombres de tu alrededor a veces te miran con lujuria, seguro que a él también. Seguro que a él también le envían peticiones desconocidas en Instagram queriendo tener sexo con él, pidiéndole fotos desnudas y rogando su número. Seguro que él también es provocado a diario y el pobre con tanta guarra suelta no podrá más que caer en la tentación. O al menos eso es lo que te hacen creer. 
Se enfadará contigo por cosas que tu no llegas a entender pero aprenderás a valorar que el vuelva siempre a perdonarte, porque es así de bueno, te quiere tanto que es capaz de olvidarse que eres egoísta a veces. Porque es normal que se enfade porque fuiste a la fiesta sorpresa que te hicieron tus mejores amigas sin él. Porque no hay nada más lógico que entender que un sábado debas hacer planes con él antes que con tus amigas. Y porque solo cuando las dejas de lado y todo lo demás es cuando le estarás haciendo una gran declaración de amor digna de película romántica. Y entonces, cuando merezcas su amor y cariño. 
Porque el lucho por conquistarte y ahora es tu labor conquistarle a él. Si él estuvo 6 meses detrás tuyo, tú le debes esos 6 meses porque aquí no hay nada gratis y el amor se debe devolver siempre, eso de dar sin recibir no está bien. Es tu turno. Hazte cargo si realmente quieres tenerte a tu lado. 
Lucharás cada día por conseguir sacarle una sonrisa. Sabes que es exigente porque ya lo ha pasado muy mal en su vida y desconfía de la gente. Tú quieres demostrarle que eres diferente y por demostrar esto te desvivirás sabiendo que muchas veces fallarás. Y entonces te darás cuenta de que por no fallarle a él muchas veces te has fallado a ti misma. 
Te idealizará y te dirá que nunca había conocido a una chica como tu y durante un tiempo pensaras en lo bonito que es sin darte cuenta de que está insultando al resto de hermanas. Cómo si todas las demás fuéramos esas víboras que le han hecho un ser infeliz. 
Y te hablara de mi, de las exs. Te dirá que éramos unas putas, que éramos falsas,  unas inmaduras que jugaron con sus sentimientos y no le supieron cuidar. Que estamos locas, siempre somos las malas psicópatas del juego. Que no quieren saber nada de nosotras. Te dirá todo eso y creerás su versión porque como no vas a creer a la persona que más quieres. Asumirás cada palabra hasta verme como una enemiga, como un ser malvado que hizo daño a una pobre víctima. Te dirá y te mentirá hasta que te conviertas en una de nosotras.
Porque no, no soy una puta ni jamás le fui infiel solo por salir y tener amigos chicos. Y muchos menos le mentí cuando le dije que le quería y quería estar con él, eran promesas de verdad, lo que pasa es que se lo decía a una persona que no existía, se lo decía a la versión que yo misma había creado de él. Y que sí, que soy inmadura, pero él no se queda atrás y en caso de jugar no era yo la que cada día sacaba el comecocos que me hacía echarme para atrás de todos mis sueños solo porque él no los compartía. Pero recuerda que no es que no quiera saber nada más de mi, hasta el último momento estuvo escribiéndome para saber si volvía a recaer en su juego y al darse cuenta de que ya no me interesaba fue cuando perdió el interés y empezaron los insultos. 
Escribo esto porque no estoy loca, porque si tu llegas a sentirte identificada con estas cosas no lo estás tampoco. Estás viviendo el principio de una historia llena de toxicidad en la que nunca pensaste formar parte. Y todo porque el te decoró estas agresiones con gestos de amor baratos.

Yo no soy quién para juzgar con quien estás o lo que haces, solo sé que estamos en el mismo barco y que jamás me permitiría dejarte en marea roja en una barca. Aquí tienes mi salvaguarda, mi salvavidas. Espero que esto te sirva o que al menos lo leas, y que nunca llegues a esto. Aún así quiero que sepas que si llegas: no estás sola, yo también estuve. Y no fui la primera. Estamos juntas en esto. 

jueves, 4 de mayo de 2017

La sinonimia de una vida

Hay gente que ha nacido para ser poesía.
Con esa simple frase empiezo un pensamiento que se lleva desarrollando desde hace mucho tiempo en mi cabeza. 
Gente que vibra, gente que brilla, gente que palpita y salta. Gente que excita, gente que confunde, que complica. La que te deja muda. La que te pide gritos. Esa que sabe inspirar y sin la que costaría un poco respirar. Gente magnética, que atrae, que lleva, que transforma. Esa que te hace sentir como siempre pero en un contexto distinto. Libre, traviesa, infinita, eterna y efímera. La que se llena de contradicciones sabiendo que es arte lo que está haciendo en cada paso. La que te invita a entrar en una epifanía dentro de un mundo real. 
Que siente, que reivindica, que lucha. Esa que plasma emociones allá por donde va y arrasa las ruinas para convertirlas en tesoros. Por la que escribir se convierte en una necesidad y no hay fotografía que la capte, pero es imposible no intentarlo. 
La que pone el mundo patas arriba y no piensa que lo ha dejado todo del revés. De esa que te cala y te calma porque es capaz de encontrar esperanza en un mundo devastado. 
Te desgarra y te construye un mundo de papel capaz de destruir el más alto de los muros. 
Que no te exige pero te idealiza sin darse cuenta de que hace mucho que tu dejaste de compararle con nadie porque nadie se asemeja, porque nadie la reemplaza. 
La que brota de la tierra para llenarla de flores y arboledas dejando en un segundo plano las malas hierbas. Porque dan oxígeno, dan vida, dan fuerza. Te dan y te regalan y no piden nada a cambio porque piensan que son alguien más. Que son ciudadanos de a pie. Que son individuos pertenecientes a una masa social llena de desperfectos. Que son rutina en un calendario. 

Y que ilusas son esas musas. 

sábado, 14 de enero de 2017

'Mi pequeña gran valiente'

"Hoy me voy sin equipaje, me he perdido tantas veces en el viaje." 
No me gusta pensar que somos más que meras casualidades del destino que se encuentran para hacerse un rato feliz. Me viene grande la palabra "para siempre" y hace mucho que no me planteo usarla. Hacer planes con dos meses de antelación me parece la mayor declaración de amor y escribir sobre alguien la forma más arriesgada de decir 'te quiero'.
Quizás será porque siempre he sido una suicida, siempre he sido una amante de las causas perdidas. De aquellas que iba al desierto sin una botella de agua, de las que desayunaba vodka porque estar borracha era la única forma de encontrarle lógica a lo que hacía. 
Y es que he aprendido a darme cuenta de que debo tener cuidado con las expectativas. De que nadie es tan maravilloso como cuando empiezas a conocerle, que nadie ha venido integro a tu vida. Que tú estás llena de los rotos de anteriores experiencias y la persona con la que estás, también.
Y joder, que egoístas somos. Que mal llevamos que no seamos lo único que tenga en mente. Que mal se nos da superar que en un mundo donde las opciones son infinitas es normal que te guste más de una cosa. Que duro se nos hace tener la amenaza tan cerca sin darnos cuenta de que 'oye, está aquí, eso debe significar algo.' Y como nos gusta hacernos nuestras paranoias de como nuestra compañía es una necesidad circunstancial y no un deseo de corazón sincero. 
Lo primero que aprendí al empezar economía es que los seres humanos nacemos con la capacidad de la insatisfacción. Siempre queremos más y cuando por fin llegamos al tope que deseamos buscamos algo nuevo. No nos saciamos con lo que podríamos ser felices porque es más interesante pensar en que vendrá después. ¿Que sentido tendría la vida si ya tuviéramos todo lo que necesitamos? La insatisfacción nos pone metas pero también nos da frustración.
Y a eso me remito. Frustración. Eso es lo que sentimos cada vez que nos damos cuenta de que estamos felices. Vivimos con una percepción escéptica que nos impide creer que realmente todo vaya bien. 'En breves esto se va a arruinar' o 'en verdad no confío en que sea totalmente sincero' son solo algunas de las excusas que nos marcamos para creer que estropear el momento es sinónimo de poner los pies en la tierra. 
Y esta es la historia de una servidora, que siempre se convence que no puede cambiar. La crónica de una chica que sueña con las nubes pero vive bajo tierra. De las que prefiere arruinarlo a que la arruinen.
'Acción reacción' y si no hay 'acción' pues un poco de 'reacción' por si acaso. El moderno "ojo por ojo y el mundo acabará tuerto". 
No sé muy bien la finalidad de este escrito, últimamente me baso menos en pensar y más en dejarme llevar pero mi inefable necesidad de escribir a veces hace que desarrolle la capacidad de reflexión. Aunque claro, ya nunca me planteo una solución, ya nunca erradico el problema de raíz y creo que eso es lo mejor.
Dicen que la mejor solución es no pensar y dejarse llevar, dicen que eso siempre lleva a las mejores cosas y yo este año, por primera vez, voy a relajarme y voy a dejar a la montaña rusa de mi vida avanzar por si sola. Voy a confiar sin ponerme el cinturón de seguridad y a creer en el 'quien no arriesga no gana' porque de verdad, que ganas tengo de ganar por una vez. 

domingo, 25 de diciembre de 2016

Creo que he aprendido a esperar

Veo pasar a gente por el metro siendo consciente de que van una docena de personas que no conozco. Otra docena más en lo que llevo sentada en este anden.
Me imagino sus historias, sus aspiraciones, sus metas. Me pregunto si tendrán pareja o si les preocupa tenerla. El que tendremos en común, quien sabe, igual estoy sentada al lado de la persona que podría ser mi mejor amiga o incluso mi famosa media naranja.
El otro día me encontré un amigo en el metro y pensé "vaya que suerte haberle encontrado, eso si que es casualidad." Pero, ¿con cuánta gente me habré cruzado en el metro antes de llegar a conocerles sin darme cuenta? Obviamente no reconocería su cara porque no sabía que existían. En cambio, ahora que si están, los se ver. ¿Y si ahora mismo aquí sentada en el metro esto viendo a mi futuro marido y no me estoy dando cuenta? ¿Y si mientras escribo yo esto el me está mirando a mi y jamás lo sabré?
Entonces, en un mundo de opciones infinitas, ¿como voy a saber elegir a las personas correctas? ¿Estaré ocupando espacio en una persona que no es la adecuada para mí solo porque me niego a darle paso a la perfecta?
Sigo en este tren y las dudas no me dejan ver dónde tengo que bajarme. Se que debo decidirme a mirar. Y aquí hallo la clave. Elegir. Se trata de elegir. Estoy aquí, ya han pasado unas 50 personas que no conozco y que estoy eligiendo no conocer porque creo que ya conozco la adecuada. No sé si es romántico o un suicidio. Pero estoy bien, claro que estoy bien. Al fin y al cabo yo elegí que carrera estudiar, el seguir viviendo aquí, la ropa que llevo. He elegido todo y no me arrepiento, ¿por qué debería arrepentirme de la gente? 
Me hacen muy feliz. Se que me hacen muy feliz porque cada vez que estoy con ellos no siento que me falte nada y cuando les tengo lejos solo pienso en lo mucho que me gustaría poderles ver. Todo se resume en eso, en elegir personas y ser conscientes de que habrá otras que te ofrecerán más cosas, pero que yo, me quedo aquí. Y me quedo aquí porque no busco las personas más graciosas, ni las más listas, siempre habrá alguien "más" de lo que ya conoces. Me quedo porque se que cada persona es única en el mundo y las joyas que he ido acumulando durante los años son los "únicos" que han formado el maravilloso año que he hecho este 2016. 
Aquellos que me han dado risas. Que me han hecho reflexionar, superarme. Los que me han apoyado en los momentos más difíciles - que si, no han sido pocos - y los que me han apoyado con amor en los mejores - estos tampoco han sido pocos -. Los que me han aguantado en mis cambios de humor, de opinión, de ganas. Esos que a día de hoy me siguen demostrando que me quieren, porque en eso se resume, en personas que te quieren y te lo demuestran. Y tú a cambio también, eso está claro. Entonces, si, creo que voy a seguir escribiendo en el móvil sin preocuparme en todas las personas que me estoy perdiendo ahora mismo, cuando tengan que aparecer, aparecerán, lo sé. 
Y si, ha sonado la alarma que avisa que estoy en mi estación, mejor me bajo ya antes de que el tren se pase sin mi. Al fin y al cabo he sido yo la que he elegido subirme a este tren que me lleva al 2017. 

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Una mente ocupada no extraña a nadie

He nacido bajo el manto cultural que soporta un modelo de vida tradicional. Con esto me refiero a que se me inculcó desde muy pequeña que debía encontrar a aquel principe que le diera sentido a la mitad de mi vida. Aquel que soportará mis malos momentos y estuviera en todas las decisiones importantes, porque sola no tendría sentido, carecería de relevancia.
Y de verdad que siempre he creido en ello. He abierto el corazón y el alma a chicos que me hacían gracia buscando una conexión real para conseguir ese gran objetivo que se me marcó.
Cada vez que he fallado lo he considerado un fracaso mío, como suspender una asignatura de la universidad. Me he planteado cuales han sido mis errores, cuáles son los factores que consiguen que nadie diga "aquí me quedo para siempre" y he vivido torturándome para poder cambiar la persona que soy.
Pero ya no. Ya no puedo. Yo soy esta. Soy la chica que no sabe expresar lo que siente. Esa que está llena de amor pero no sabe sacarlo. La que le encanta el drama y cualquier cosa pequeña le fastidia el día entero. La que le da mil vueltas a todo pero intenta hacer que pasa porque tiene el cartel de "esto no me importa" pegado al corazón. Aquella que sufre en silencio pero sonríe en persona. La que exige a todos que crean en el amor mientras pierde cada vez más la esperanza en que haya alguien ahí fuera a su medida. La que se ha dado cuenta de que no necesita a nadie y eso hace más difícil que aguante a nadie. La que es consciente de que el físico no importa tanto al final del día, de que su pareja debe ser madura y quererse a sí misma porque es la única forma que puedan a querer a otra persona de la forma correcta. De que aún así sepa divertirse y ser un niño cuando la situación lo requiera, de que sepa apoyarte y puedas confiar en el y de que por supuesto, tenga algo cultural e intelectual que aportarte cada día. Pero que aún así, con todos los objetivos marcados y las personas correctas encontradas, no sabe lanzarse. 
No sé si mis acciones son las correctas. Probablemente no, pero no voy a preocuparme más en intentar dar una parte de mi que no existe por una persona que no es capaz de querer lo que tiene delante. Creo que el amor existe, si, pero no creo que sea lo que he estado buscando hasta ahora. No quiero algo que me consuma, algo difícil. Quiero algo que sea natural, que este día a día y sin darme cuenta siga ahí, tras 80 años, por elección propia, sin cadenas.
Se que le pido mucho al amor, siempre le pido mucho a la vida, pero es que yo no puedo seguirme conformando con hacerme daño. No puedo seguir pensando que soy "la chica que lo hace todo difícil" y creer que mis acciones llevan inevitablemente al desastre. Quiero alguien que ame mi desastre y lo viva como lo más natural y bello del mundo. 
Y con esto no quiero decir que no haya querido nunca. He querido mucho, he querido hasta casi rozar la locura. Pero siempre lo he sabido, no es lo mismo querer mucho que querer bien. Quiero querer bien, quiero alguien que me quiera bien. Y eso, cuando llegue, si es que llega, estará destinado a suceder. 
Mientras, voy a seguir recordándome lo que valgo, lo que soy, y lo muchísimo que ya soy por mi misma.