domingo, 1 de mayo de 2016

Crónica de un amor renunciado

Hoy ha salido el sol y lo he sentido menos vivo que nunca. Me he mantenido encerrada en casa porque sentía que aún así hacía mucho frío. Miraba a la ventana y veía a la gente feliz, sin abrigo, reírse. Algo no encajaba. ¿A qué se debía tanta felicidad en un día tan oscuro? Mis amigos me recordaron que hacía sol y entonces volví a fijarme, tenían razón, había luz. Pero yo no estaba de ánimo hoy para verlo.
Pero no quiero que pienses que es por ti. De verdad que no. Prometo que voy bien, según la hora.
Que cuando me despierto solo te pienso un par de veces. Que avanza la tarde y estoy ya bien. Me doy cuenta de que te he olvidado muy rápido y que por algo será. Que por la noche siento que no he pasado página.
Pero de verdad que ya no lloro. Hace mucho que me veo en otras películas, que me creo otros tramas. Vivo el día a día y disfruto de lo que se pone al frente. Igual el problema es que ya no decido quedarme en ninguna hasta el final, solo estoy de visita hasta que me canso. Ya no encuentro lo que es el hogar, aquel que antes tenía tan fácilmente vislumbrado.
De verdad, que ya no me afecta que te de llamar mi atención cada 15 días. Que siempre hago como que no pasa. Y al principio es así. Después llega la madrugada y la historia cambia. Todo cambia de noche y lo sabes. Pero aún así aquí estoy. Es de noche, y has podido darme un empujón en dirección contraria al camino de la felicidad pero juro que no me he derrumbado.
Y ya está bien de hablar de ti. Hace un tiempo que evito el tema, como si nunca hubiera pasado nada. Hablo de otros, enfatizo como si la vida se me fuera en ello y es que cuanto más grito otros nombres más pequeño se hace el tuyo.
Que te veo. En fotos claro, no podría ser de otro modo. Y ya no siento nada. O si siento algo es confusión. Sigue siendo la tortura de mi vida el darme cuenta de que no te conocía. Yo que me juraba saber cada uno de tus gestos, de tus miradas y de tus palabras siento que conocí a un fantasma. Y eso duele. Es como cuando alguien muere, ¿cómo superas la ausencia de alguien que ya no existe? Te miro, te prometo que te miro. Pero no te veo, no nos veo.
Me dicen que no sabré cómo reaccionar. Que ni me atreva a escribirte para decirte que dejes de aparecer de repente pero no saben que ya lo he superado. Que soy una piedra. Que se que tu nunca me contestarías. Que yo jamás me visualizaría reencontrándonos porque ¿para qué? Nos hemos dicho todo lo que nos teníamos que decir sin necesidad de hablar. Nos quisimos entre nosotros pero siempre un poco más a nosotros mismos. Y no esta mal. Supongo.
Y de verdad que de 10 veces que abro la puerta de mi casa ya solo te imagino 3. Que si suena el timbre cada día dudo más que seas tú. Eso es avanzar creo yo. Igual aún me siguen temblando las piernas, pero son meros estragos de los miedos del pasado.
Qué ya me da igual imaginarte con todas y cada una de las chicas de la tierra. Es ley de vida. Unos van y otros vienen y lo he entendido. Si yo misma me encuentro haciéndolo, ¿por qué no podrías tu? Te dejo tu espacio. Bueno que digo, ya no tengo el poder ni de "dejarte" nada. Eres libre. De eso también me alegro. Después de todo aún recuerdo muchas cosas juntos y jamás querría hacerte más daño en la vida. Siempre te dije que te merecías ser feliz y por suerte siempre supe que eso no significaba que fuera a mi lado, la felicidad es un camino de uno. Ojalá por fin lo seas.
Y puede que tarde en reconstruirme, pero lo estoy haciendo. Que la gente conoce mi "equipaje emocional"; aquel que acarreas a tus demás relaciones, las consecuencias del dolor. Yo creo que cada vez es más pequeño. O es que igual yo me estoy intentando hacer más grande. Aún así no puedo con más equipaje y eso es egoísta. Cuando surge el tema y veo que mi nuevo compañero está mal, huyo. Ya bastante me cuesta llevar el mío como para hacerme cargo del de los demás. Espero que tu equipaje sea más leve, igual de mano, y puedas llegar con más facilidad que yo a tu nuevo destino.
Aún en los peores días, aquellos que solían caer un "¿Quieres que no veamos?" Consigo animarme yo misma sabiendo que no me lo vas a decir. Y lo hago bien, sabes que siempre tuve mi lado independiente. Que ya no te tengo en mis contactos así que no puedo revisar si estás en línea esperando a decírmelo. Puede que a veces intente recordarlo, pero a los 5 minutos se me pasa. Y cuando esto pasa me doy cuenta de que ya llevo un rato dejando de pensar en mis problemas. Solo entonces pienso en como sigues ayudándome, aunque no estés. Porque sigues siendo el único que sabe cómo van las cosas por aquí. Aquel que estuvo en el principio del fin en mi mundo. Aquel que realmente recuerda cuando deje de creer en el amor.
Aquí acaban mis palabras. Como verás, es un reflejo de mi misma. Aquella llena de contradicciones con la inevitable necesidad de querer llevar siempre la razón. Que igual soy la misma, pero no me siento la misma. Ahora mismo me cuesta mucho saber lo que es un abrazo o lo que significará comprometerse. Mucho va a tener que esforzarse la vida para que baje la guardia otra vez. Porque aunque tú decías que para mí sería más fácil porque ya había pasado por algo así, esta vez se me ha hecho peor, tú eras mi excepción. Aquella que tú buscas ahora. Eso mismo, eras tú. ¿Ahora donde busco cordura? ¿Dónde tengo que firmar para dejar por escrito que yo sí voy a abandonar? Que lo siento mucho por Leiva, por ese día, por todos los demás: pero no me veo amando sin poder amar.
Pero de verdad, que detrás de todo esto, estoy bien.