domingo, 8 de noviembre de 2015

La insoportable levedad del ser

Hablemos de enamorarse. De desenamorarse. De pasar página. De volver a reconstruirte.
Digamos que siempre te agradeceré que me recogiste en pedazos y me dejaste entera. De que esta frase no es mía, es de Frida, pero siempre supiste que todas las historias de amor hablaban de nosotros.
Pero ya no hablan. El "fueron felices para siempre" lo interpretamos a nuestra manera. Felices si, para siempre también, pero nunca juntos.
Hablemos de que lo necesitábamos. Incluso más de lo que necesitábamos al otro. De cómo nos estábamos ahogando, de cómo gritábamos en silencio un cambio, una forma de sentirnos bien. La única forma de hacerlo sabíamos cómo era y nos costó. 
Ahora hablaré yo. Que soy la que me quede aquí. Voy a hablar de que estoy feliz. De que hoy me desperté y sin darme cuenta estaba riendo pensando en los planes que tiene la vida para mí. Disfrutando el poder decir lo que siempre supe, que soy una mujer libre, que si algún día llego a estar con alguien debe ser tan libre como yo. Y si no hay nadie, no pasa nada. Es el precio que hay que pagar por la libertad. Y yo, yo nací demasiado libre.
Digamos que me he vuelto a ilusionar. Que he vuelto a empezar a soltar la risa tonta. Que me he vuelto a arreglar por si alguien me ve.
Que ya sé que no vas a ser tu. Que todo ha empezado. Que la vida se basa en giros. Que donde se ve un final, se ve un principio. 
Que tú también lo estás. Y que igual yo debería alegrarme, y lo hago.
Digamos que todo esto es lo que pienso y lo que vendrá en un futuro. Que algún día pasará todo lo que digo. Que las sonrisas saldrán como cada día el sol, que no recordare lo que era estar contigo. Que habré dejado de pensar en pasar página y por fin habré cambiado de libro. Que tú también lo harás.
Y ese día, cuando llegue, que llegará, recordare esto que una vez escribí y me reiré porque lo cierto es que fuimos eternos... Pero efímeros.