domingo, 20 de marzo de 2016

Tregua

Lo has conseguido: me has dejado sin palabras. Siempre he presumido de tener algo que decir, algo con lo que terminar todas las conversaciones. La implacable necesidad de llenar el vacío. Siempre, menos ahora.
Me has reconstruido los muros. Has conseguido que vuelva  estar alerta, que no entienda pero desconfíe. Que pierda todo el sentido aquellas frases de Frida Kahlo que una vez te escribí en carteles. Que el “siempre te agradeceré que me recogieras en pedazos y me devolvieras integra” perdiera sentido.  Que de alguna forma, yo perdiera el norte.
Me había acostumbrado a dejar de hacerme preguntas contigo y con tu partida me has llenado en un mar de dudas que me ahoga. Nunca entenderé porque acabó en odio, porque hubo esa necesidad de hacer daño. Supongo que siempre fui muy ilusa. Que siempre me negué a creer que todo lo que empieza, termina.
Terminó como empezó, siendo la historia de dos desconocidos. Siento que creíamos que sabíamos todo del todo y apenas conocíamos la punta del iceberg. Que nuestro problema fue que nos mirábamos pero no nos veíamos. Yo no supe jamás interpretar que querías de mi y tu siempre creíste que eso era porque andaba perdida. Siempre supe lo que quería a tu lado, pero jamás como conseguirlo. Que habría sido muy bonito. Que todo hubiera ido bien si tu  no hubieras sido tu y si yo no hubiera sido yo.
Que éramos una tormenta. Pero nunca perfecta. Siempre nos escudamos en pensar que esas eran las mejores pero ambos sabíamos que estábamos cavando nuestra propia tumba. Porque las cosas, cuando no son fáciles son por algo. No porque el premio valdrá la pena, sino porque la caída será más dura.
Ojalá hubiéramos sabido entender al otro. Ojalá lo único que hubiéramos tenido no hubiera sido amor. Ojalá hubiéramos tenido una base, de esas solidas, de esas que crean estabilidad: eso que siempre nos faltó.
Que siempre mirábamos a los demás mientras nos preguntábamos porqué lo nuestro no era así. Supongo que ese era otro error. Mirábamos demasiado para afuera. Nos perdimos nosotros mismos en las personas. Que creíamos que esta, nuestra historia, era la historia de todo el mundo. Hicimos de los demás nuestra realidad y muchas veces no éramos ni nosotros los que hablábamos. Porque hasta el día de hoy siento que conozco parte de ti y que hay ciertas cosas que nunca habrías pensado de mi por tu cuenta. Y es que cualquiera parecía más sabio que nosotros mismos. Porque es más fácil que alguien te diga que cortes por lo sano que tú mismo te animes a creer que se puede luchar.  
Que no nos veíamos sin el otro y eso hizo que nunca nos animaremos a decir adiós. Porque hasta el día de hoy, no se ha dicho. Porque todas esas necesidades de hacer daño al otro son solo formas de llamar la atención. Que pensamos que era mejor tener lo malo que no tener nada y eso ha hecho que fuéramos irrecuperables. Después de tanto daño hay un punto donde sabes que nunca volverás a sentir lo mismo, que nunca vas a poder volver dónde estabas. Ojalá hubiéramos sabido querer mejor en vez de tanto. Ojalá hubiéramos elegido el adiós cuando tuvimos la opción y pudiéramos recordarnos como la historia más bonita y no la más destructiva de nuestras vidas. Ojalá pudiera sentir que no sobrepasamos todos los límites, que tú no pensarás que estoy loca y jugué contigo. Que yo no sintiera que nunca me dijiste la verdad y hacia mucho que te había perdido.
Pero aquí llega el final. Ya me he cansado de intentar hacerte daño para seguir vinculada a ti. Si, fuiste el único, me creas o no, ahora que todo ha terminado y no hay motivos por los que mentir te lo digo. Fuiste mi primavera. Mi renacer. Mi luz. Fuiste todo hasta que no se pudo más y volvió el invierno. Que con todo, he aprendido a no odiarte porque eso me impedirá avanzar. Me quedo con los que éramos. Con las risas. Con las noches hablando hasta la madrugada. Con tus videos, tus sorpresas y tus gestos. Con tantas cosas buenas de las cuales parece que nos olvidamos pero yo siempre guardare conmigo.Porque nadie más lo sabrá, porque ni en las redes sociales sabrán que existimos, porque era la forma más sana. Cortar de raíz, desde el principio. Y que espero que algún día, esa, nuestra chapita, nuestra promesa, sea tu promesa y tu realidad. Que igual aun no estoy preparada para siquiera imaginármelo pero no significa que sepa que te lo mereces.

Y que con estas palabras, te firmo la tregua. La de verdad. La que firma la tragedia sin culpables.