sábado, 18 de enero de 2014

La revolución de los que no querían ser iguales

Hoy voy a cambiar un poco el rumbo de las cosas que suelo escribir. Se que le he dedicado mucho tiempo al amor, que le voy a hacer, soy una Taylor Swift a baja escala. Pero es que ayer, con mis amigas, mientras nos poníamos al día y nos reíamos de las miles de situaciones surrealistas que nos pasan rozamos este tema, y yo, como rayada que soy me quede con él en mente. 
Resulta que mucha gente tiene el valor de ponerte una etiqueta por lo primero que ve de ti. A los 5 minutos por tu forma de hablar o vestir tienen el ego J.K Rowling tras escribir Animales fantásticos y donde encontrarlos de llamarte “pija” y de forma más o menos respetuosa “hueca, materialista y superficial”. Alucinante. Dejando al margen el tema de que no saben mi mal humor deberían saber esas personas en la lamentable situación que se dejan con esos comentarios. Porque los prejuicios no son solo una falta de sensibilidad y de respeto sino también de conocimiento. Es actitud de cada uno como tomarse esas cosas. Personalmente suelo hacer oídos sordos, porque si tuviera que sacar mi Pokedex ante ellos, el pokemon “imbecil-inmaduro-sin-dos-dedos-de-frente” ya me saldría como explorado y no es cuestión de darles más coba. 
Pero después me puse a pensar que gente como esa es la que organiza el mundo. Es la que pone los perfiles a los que nos vamos acoplando para no sentirnos solos y excluidos. Porque el mayor error que comete el ser humano es creer que simplifica cuando lo que en verdad hace es complicar más las cosas. Que por culpa de esa complicación nos agrupamos como manadas por ropa, gustos y cercanía. Si yo tuviera que basarme en esos criterios no tendría ni uno de mis amigos. Chicos en serio, que lo maravilloso de este mundo es que todos somos distintos. Que son las diferencias las que hacen que destaques. No caigas en ser una más. Se tú, porque tu como eres vas a ser edición limitada. Porque eres tu propia especie en extinción y porque el mundo se merece conocerte. Y si no se lo merece pues plántale cara. Es cuestión de actitud. 
Siempre he sido de las que he preferido destacar por quien soy a pasar desapercibida ocultándome. Esta claro que en la vida no puedes agradar a todos. Algunos te odiaran por quien eres y otros te amaran por ello. Pero, si sirve de consuelo, puedo afirmar que cuando te muestras sincera, con tus rarezas incluidas, es cuando más van a amarte. Porque es obvio, es como cuando tu mejor amiga te recomienda un libro y ya tienes ganas de leerlo. Crees que es genial y también lo recomiendas a tus amigos de antemano, pero solo cuando llegas a leerlo por ti misma adoras el libro. Porque lo has vivido hasta el final. Porque te ha transmitido cosas que nadie más va a saber entender. 
Espero que algún día esto sea un saber general. Que no haya que decirlo, todos los sepamos desde que nacemos. Nadie puede hacerte sentir mal por quien eres. Nadie debe cohibirte y hacerte vivir lo que tienes predeterminado. Esa gente, aquellos que se encierran y creen que no pueden ir más allá de los que les rodea, de sus círculos son los que nunca avanzaran. Pero si tú deseas con muchas ganas moverte, tarde o temprano, te moverás. Y que es TU vida, es tu poder elegir quien eres y que hacer con ella. Que si te gustan las botas blancas, la ropa fosforito y los tirantes transparentes no eres cani. Y mucho menos debes cerrarte en banda solo con ese subgrupo. Si alguien no te acepta por como eres, sonríeles, agradéceles todo y vete. Esa actitud te ahorra mucho tiempo, creerme que no vale la pena perder el tiempo con gente así. 
Podría pasarme horas explicándoos porque existe esta gente tan cuadrada pero creo que sería dedicarles demasiado tiempo a los antagonistas de nuestras vidas. Por ello voy a decirlo claro y conciso: todo se resume en ignorancia. La ignorancia es algo que va más allá del dinero que tengas, de donde vivas o donde te muevas. El ser ignorante depende solo y únicamente de ti. Puedes tener mucho dinero, casas en Miami y un grado en ICADE, pero de que sirve eso si no eres capaz de ver más allá de tu burbuja. Que es cierto que el mundo no es de color de rosas pero la variedad de colores es la que la hace bonita. 
Por otro lado los estudios o la carencia de ellos no determinan la cultura de una persona. A mis 20 años he conocido a gente sin siquiera bachillerato con más cultura que muchos licenciados. Esto se debe a que la cultura esta a pie de calle. Que a mi la excusa de “no tengo tantos recursos como tu para aprender” no me sirve. Que hay miles de exposiciones a las que puedes ir gratuitas. Que las bibliotecas son gratis. Que hasta escuchar a los demás, uno de los medios culturales mas cotizados, es totalmente asequible para cualquiera. Que la cultura nos llama a todos y es solo decisión tuya abrirle la puerta. 
Con todo esto no me refiero a que la actitud cultural a tomar es la que te enseñen. Jamás de los jamases me parecerá bien que seas el eco de nadie. La finalidad de aprender es sacar tus propias conclusiones. Puede que no estés de acuerdo con nada de lo que este determinado en la sociedad. Imagínate que maravilloso seria que tú fueras el que encontrara la solución en esta sociedad caótica. No nos prohíbas a todos disfrutar de lo que puedes ofrecer al mundo. Se que soy muy soñadora. También se que yo misma a veces me dejo llevar por prejuicios. Pero es que a mí, como a todos, nos queda mucho por aprender. Solo pido una cosa a vosotros que me entendéis, aquellos que veis la luna y no el dedo: revolucionaos. 
No me refiero a que os vayáis a protestar a Sol, las revoluciones no consisten solo en eso, aunque sea lo único que se vea hoy en día en los medios de comunicación. Una revolución “es algo que de un momento al otro invierte el orden de las cosas. La revolución es una necesidad profunda de revertir una injusticia.” Así tan simple como eso. Empecemos nosotros a juntarnos con la gente no por como vista ni de donde venga, sino por lo que nos trasmita. Por su simpatía. O por los miles de motivos por los que uno tiene amigos. Puede que no seamos Gandhi o Mandela pero son estas cosas las que algún día nos unirán a todos. Que ya hay muchas guerras en el mundo por prejuicios sin sentido, resistamos juntos. Acabemos con una de las miles injusticias en el mundo. Arrebatemos un poco de suelo a los escépticos. Subamos un escalón a la utopía. Quizás así consigamos acabar con este caos llamado sociedad. 
 “Ojala siempre intentáramos entender a las personas antes de juzgarlas. Y ojala la gente fuera capaz de ser honesta y contarnos su vida para que pudiéramos valorarla con comprensión”
 ― Albert Espinosa, Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven

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